Confirman la condena de 14 años de cárcel por drogar y violar a un menor en Inca durante años. El alto tribunal ha desestimado el recurso que la defensa del condenado presentó contra la sentencia dictada en julio por la Sección Primera de la Audiencia Provincia.
El TSJIB ha confirmado todos los extremos de aquella y ha declarado de oficio las costas de esta alzada. La sentencia puede ser todavía recurrida ante el Tribunal Supremo.
LA ALEGACIÓN DE LA DEFENSA DEL ACUSADO
La defensa del condenado apuntaba a inconsistencias detectadas en el testimonio del menor, así como la ausencia de lesiones físicas compatibles con agresiones y penetraciones anales, entre otras cuestiones. Pedía así la aplicación del principio in dubio pro reo y que se dictara la absolución.
La Audiencia consideró probado y así lo ratifica ahora el alto tribunal que entre 2018, cuando el menor tenía 11 años, y 2022, cuando tenía 15, el hombre se fue acercando a la víctima de forma progresiva para ganarse su confianza, o bien cuando él iba a su domicilio o bien cuando la madre del menor le dejaba en el suyo para que lo cuidara mientras se iba a trabajar.
Dentro del periodo expuesto, el procesado convivió durante los primeros tres años con la víctima, su hermano -también menor- y la madre de ambos, con la que tenía buena relación. Aprovechando que dormía en la misma habitación que los niños, realizó tocamientos y violó a la víctima.
Antes, además, le suministraba morfina en un vaso de leche que le obligaba a beber antes de irse a la cama, lo que le dejaba en un estado de total indefensión e impedía que se pudiera mover o pedir auxilio.
A DIARIO DURANTE CUATRO AÑOS
Esta conducta se producía de forma casi a diario, al menos cuatro ocasiones por semana. Además, le propinaba golpes, lo amarraba con esposas o lo agarraba del cuello, llegando a amenazar con matarle a él y a su madre si no hacía lo que le indicaba.
Las agresiones sucedieron tanto en el domicilio del menor como en el del acusado, donde la víctima se trasladó a vivir durante la época de la pandemia del coronavirus y antes de pasar a un centro de menores tutelados. Como consecuencia de todo ello, el menor presenta un estado de inhibición emocional, nula autoestima y pensamientos autolíticos.








