¡Cuidado con los ladrones!

Convendrá conmigo el lector en que lo más valioso que tenemos los seres humanos es la salud. La falta de la misma puede llegar a incapacitar para cualquier actividad.  Con salud podemos tratar de satisfacer nuestras necesidades diarias. Sin ella, puede que no sea posible. La falta de salud nos lleva finalmente a la tumba si andamos realmente escasos de este preciado bien inmaterial.

Tras la salud, nuestro bien más valioso y escaso es el tiempo. Cada día se nos regalan unas escasísimas veinticuatro horas dentro de las cuales que tenemos que encajar, sin posibilidad ninguna de prórroga, todas y cada una de las actividades que estamos más o menos obligados a realizar.  Echemos cuentas. Un día normal usted y yo tenemos que dormir, comer, asearnos, atender nuestras necesidades fisiológicas, relacionarnos con nuestras familias y amigos, descansar… Y además de hacer todo lo anterior, tenemos que ganarnos el pan –y todo lo demás- con el sudor de nuestra frente, ya sea de modo literal o no. Vamos, que tenemos que encontrar tiempo para trabajar.

Ahora es cuando el lector se pone exquisito y me dice que hay millones de personas en este bendito país que están en el paro y que por tanto no tienen que partirse el lomo cada día. Pues no. Los parados tienen un trabajo diario que debería ocuparles full time. Un trabajo duro, complicado y mal retribuido que no es otro que buscar trabajo. Casi nada.

Pero no nos desviemos, vamos al tema de los ladrones.

Cualquier persona con un trabajo, ya sea por cuenta propia o ajena, y sobre todo si tiene ciertas responsabilidades sabe que las horas que tiene asignadas al trabajo son casi siempre insuficientes. Siempre hay más tareas que hacer que tiempo disponible.  Por ello los trabajadores responsables, que somos mayoría, nos esforzamos por cumplir con nuestras tares y objetivos dentro del tiempo disponible para conciliar la vida laboral y familiar/personal, que no siempre es fácil.

Uno se organiza con disciplina militar, piensa y repiensa su agenda, prioriza las tareas y las ordena y distribuye para ser lo más eficaz posible, distribuye óptimamente el tiempo de reuniones y gestión, y lleva con férrea disciplina la atención al correo electrónico, redes sociales y otras distracciones de la vida moderna... En definitiva uno se administra el tiempo para el trabajo de la mejor manera posible con la esperanza de cumplir con los objetivos laborales dentro del tiempo previsto y así poder disponer de tiempo suficiente para el resto de actividades diarias.

Y entonces llegan los ladrones y te roban.

El cliente que ha quedado contigo y llega cuarenta minutos tarde. El colaborador que te pregunta diez veces al día si te puede robar un minuto. O el que te anula una reunión cinco minutos antes de la hora cuando ya estás llegando a su oficina. El jefe que te reclama un informe a bocajarro sin estar previsto ni ser urgente. El compañero que baja a fumar cada media hora y te invita a hacer lo mismo.  El socio que no sabe distinguir el tiempo de ocio del tiempo de trabajo y te cuenta su fin de semana en plena jornada laboral. El empleado que se olvidó de presentarte el trabajo que le habías encargado. El proveedor que te fríe llamadas que no puedes atender y tras cada llamada te manda un mensaje preguntándote por qué no le has contestado. El colaborador que dedica veinte minutos de charla de whatsapp contigo para resolver algo que quedaría resuelto con una pregunta y un si o un no como respuesta…

Todos estos ejemplos y muchos más que nos acechan diariamente son ladrones de tiempo. Nos roban lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo, recuerden, un bien inmaterial muy limitado casi tan precioso como nuestra salud.

Lo malo es que no hay leyes ni cuerpo policial que actúe contra estos ladrones. Contra ellos sólo hay una respuesta:

Decir NO.

A veces no es fácil decirle “ahora no” a un compañero, cliente, proveedor o colaborador. Y mucho más complicado es decírselo a un jefe, que les voy a contar. Pero aunque seguro que les genera algún enfado y mucha incomprensión, el decir un “no” a tiempo es la única manera de conseguir ser más eficaces y conseguir alcanzar nuestros objetivos de cada día, sin robarle tiempo al resto de actividades diarias.

Prueben a decir un buen “no” a tiempo. Y ya me cuentan.

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