Los primeros partidos disputados por el Mallorca bajo la batuta de Miquel Soler, empiezan a convertirse en un espejismo de leve recuerdo. 1 punto (y en el último minuto del descuento) de los últimos 12 en disputa, y con sensaciones y una imagen que deja al conjunto bermellón en un mal lugar de cara a lo que queda de temporada.
El Real Mallorca rozó este sábado el ridículo ante un equipo, el Lugo, que le superó en todas las facetas, pero sobretodo en su banda derecha de ataque. En 23 minutos los jugadores de esa banda generaron peligro para convertir tres goles. El primero tras penalti y expulsión de Saborit, y los otros dos en desborde total de los jugadores del Lugo a la banda izquierda mallorquinista.
Consumado el fracaso y el ridículo cuando solo se llevaban 23 minutos de partido, el resto fue un puro trámite para ambos conjuntos. El Lugo se dedicó a conservar la ventaja e intentó aprovechar el contragolpe para aumentar la distancia, y el Mallorca siguió haciendo gala de su inoperancia en ataque y del desorden y el miedo en defensa que le llevó a generar él mismo las ocasiones de peligro del equipo rival.
La segunda mitad fue la muestra de un claro acuerdo mutuo de no agresión, que solo se vio truncado por un Pau Cendrós descentrado e impotente, que cometió un claro penalti en el minuto 83 de partido, que Manu se encargó de transformar en gol.
Una derrota que disuelve el fulgurante inicio de Soler en el banquillo y que demuestra que el Mallorca sigue de mal en peor así como pasan las jornadas, con el agravante de que mientras que con Karpin, los jugadores eran una auténtica piña con su técnico, en esta ocasión en cuanto han llegado los malos resultados, han saltado las chispas y las acusaciones entre jugadores y Miquel Soler. Se sigue perdiendo pero se ha enrarecido el ambiente en el vestuario, con lo que la recuperación en el juego se antoja más complicada aún.
