En el aeropuerto de Palma instalaron hace tiempo un costosísimo sistema que debía permitir aterrizar y despegar aviones en días de baja visibilidad. Y ahora sabemos, gracias a una información periodística, que también hace años… que ¡no funciona! Lo que era evidente –porque basta un poco de niebla en el Pla de Sant Jordi para que se produzcan retrasos en Son Sant Joan– ha salido blanco sobre negro en Diario de Mallorca y, solo a partir de la insistencia de los diferentes medios, el Govern reacciona. Al principio, el conseller de Movilidad, Biel Vicens, escurrió el bulto y dijo que la culpa no era suya. Al día siguiente, ante más preguntas, la titular de Turismo y portavoz oficial del Consolat de Mar ya ha dado otro enfoque, similar a la histórica frase de Aznar, aunque sin acento texano en el caso de Joana Barceló: "estamos trabajando en ello". Pues, ¡ya era hora! Cinco años sin funcionar y ahora dicen que tratarán de solucionar el problema. Quien tiene que arreglar los aparatitos es Aena, dependiente del ministro amigo Blanco, el que no tiene un céntimo para obras y nos quiere recortar el descuento de residentes precisamente en los vuelos (padezcan o no retrasos por bruma o niebla). ¿Por cierto, qué hay de las negociaciones para que las compañías aéreas bajen sus precios, Pepiño/don José? Pero ojalá los antiniebla de Son Sant Joan fueran la única inversión en radares acometida por el Estado -con nuestro dinero- que se hubiera demostrado inútil. Aquí podemos recordar como, a pesar de la suma de más y más detectores de pateras, nuestras costas siguen siendo auténticos coladeros. Primero porque no había, luego porque estaban fijos y dejaban zonas de sombra, después porque los radares móviles aún no funcionaban o porque no estaban en el lugar adecuado… Lo cierto es que desde que empezaron a llegar inmigrantes ilegales a nuestras costas desde Africa, ninguno de los igualmente costosísimos sistemas han logrado detectar jamás a ningún ilegal. Siempre ha sido tras el desembarco cuando los supervivientes de largas y desesperadas travesías han sido descubiertos por algún ciudadano al que sorprendió su presencia. Y claro, si estos sistemas, que deben ser infalibles, porque son máquinas de coste millonario, fallan, ¿cómo van a poder, por otro lado, nuestros gobernantes detectar signos de corrupción fuera del PP? A los "populares’ ya se sabe que hay que tenerlos en cuarentena, pero a Unió Mallorquina, ¿por qué? Si por los escándalos de Son Oms o Can Domenge no saltaron las alarmas, igual que tampoco en el Caso Ibiza Centro que investiga una supuesta trama de financiación ilegal del PSIB-PSOE con una imputación sobre Xico Tarrés, que se mantiene años después, ¿que socialista, "pesemero’ o progre con cargo iba a imaginar que el partido de Maria Antónia Munar, compraba votos o pagaba con sueldos públicos nóminas para conseguir apoyos? Simplemente, los radares políticos del PSIB y del Bloc fallaron entonces y probablemente la prensa no debió insistir lo suficiente en el fraude electoral denunciado antes de las elecciones; un caso que esta semana deja imputados a Mateu Cañellas y Cristina Cerdó, o lo que es lo mismo: a otro ex conseller de Antich y a la ex teniente de la alcaldesa Calvo, dos destacados gobernantes del Pacto en esta legislatura que se incorporan a la larga lista de "uemitas’ pendientes de la acción de la Justicia. Puede suceder hasta en las mejores familias. Si hasta el pobre Bartolo Ferrer se ha enterado casi por ’El Mundo’ de que a su mujer, la madre de sus dos hijos, la han detenido por supuesto tráfico de drogas. Si es que los radares muchas veces no funcionan. Lo que afortunadamente existe la prensa y así el ya ex vicepresidente del Consell de Formentera ha podido saber que su esposa en ocasiones le cogía el móvil que pagamos entre todos para sus llamadas particulares y que hay razonables sombras de sospecha de negocios turbios… (Apostilla final: ¡qué suerte ha tenido el susodicho de no haber tenido carnet del PP! y ser "mero" número 1 socialista en la Pitiüsa menor, homólogo del ibicenco Xico Tarrés).





