Llevaba Razón Laudrup –casi siempre es acertado- cuando consideraba clave el partido contra el Getrafe. Es la teoría de Luis Aragonés, que la Liga se gana o se pierde en los últimos diez partidos. Equipos de menor cuantía económica y deportiva como el Mallorca no resuelven su situación hasta las últimas jornadas, y si no hubiese ganado el domingo, el final del campeonato sería espeluznante porque en Son Moix tiene dos huesos, le esperan dos salidas consecutivas y en todos los casos se enfrenta a equipos involucrados en la lucha por no descender o en la lucha por plaza europea. Claro que eso es sobre el papel, porque puede que en dos semanas casi todo esté resuelto y el Mallorca, sin más puntos, esté matemáticamente salvado. En cualquier caso un noveno puesto es de privilegio para los pobres y en el peor de los casos puede bastar con un punto. Llegados a este momento, hay que sentirse orgullosos de que con este equipo y en estas circunstancias del club estemos ahí y con la perspectiva casi cierta de otro año entre los grandes. Probablemente sea el momento de empezar a planificar la próxima temporada. Y probablemente, el único intocable, Laudrup.
