No hay nada peor en política (al margen de los dictadores disfrazados de demócratas), que gobernar por y con despecho.
La supresión de las TERRAZAS DEL BORN, es, pura y llanamente, un acto de despecho. La necesidad de dejar patente que ahora gobiernan “otros”, la desesperación de quien no tiene más proyecto propio que la destrucción de los proyectos ajenos.
No me importaría la verdad, si no fuese porque soy de Palma, y amo esta ciudad. Me entristece (más que encolerizarme), que el DESTINO PALMA no se convierta en uno de los puntales del gran PACTO ENTRE FUERZAS POLITICAS, para que cada cambio de legislatura no suponga un revés para la consolidación de objetivos que necesitan más de cuatro años para dar sus mejores resultados.
El Borne sin terrazas, al igual que LA RAMBLA es un espacio sin vida, ni para los turistas ni para los “ciudadanos”. Espacios infrautilizados en un marco incomparable.
El despecho nunca conlleva buenos resultados. Cuando se gobierna con la seguridad de que serán sólo cuatro años (vamos, como fijos discontinuos), la borrachera de poder ciega cualquier atisbo de sentido común y de objetividad.
O sea que: guardemos las sillas y las mesas de esas terrazas hasta que vengan tiempos mejores (somos así de mediocres).
