Informe por aquí, certificado por allí, documento justificativo de la viabilidad del informe por el otro lado. Y de oca a oca, y tiro porque me toca. Documentos y más documentos para justificar permanentemente el buen hacer de los profesionales que nos dedicamos al mundo de la educación. ¿Con qué finalidad? pues no sabemos muy bien porque esa cantidad ingente de papeles, dudo que alguien se los lea.
Es verdad que hemos avanzado mucho en la operatividad de los documentos institucionales de los centros educativos, pero todavía nos queda mucho camino que recorrer. La nueva normativa, en lugar de ayudar a desahogar, contribuye a enriquecer la lista de documentos que tiene que rellenar un docente. Y si a esto le sumamos la duplicidad de informaciones que tienen que aparecer en diferentes documentos nos hace pensar que la coordinación institucional, brilla por su ausencia.
Esto no pasaría si no tuviésemos que justificar constantemente nuestra inocencia. La presunción de veracidad del docente está en tela de juicio. Además de que las decisiones colegiadas de un órgano de coordinación docente que es autónomo, no tienen que estar sometidas a los juicios de valor de los diferentes actores que entran en escena.
Reducir la burocracia docente es la eterna promesa de los gestores educativos; pero sólo queda en eso, en un deseo. La realidad es tozuda y el negro sobre blanco sigue imperando.
El grueso de la jornada laboral de un docente se dedica a dar clase, sólo faltaría; pero el segundo motivo al que se dedica más tiempo es, precisamente, a rellenar papeles. Y esto no son datos que yo ponga encima de la mesa con mi percepción sesgada. Son datos de encuestas de sindicatos educativos. Los docentes están cansados de que la burocracia les absorba tiempo que dejan de dedicar a sus alumnos.
Creo que se nos está yendo de las manos y estamos perdiendo de vista la verdadera razón de ser de un centro educativo. Y ésta no es otra que la de enseñar. Los niños van a la escuela a aprender. Poco, mucho, bastante, nada o algo. Algo aunque sea. Y es una lástima que no podamos formar a nuestros alumnos porque tengamos que dedicar tiempo al papel. Por cierto, entre tantos papeles, los de la ley orgánica de educación, y los de la ley autonómica; más o menos quinientas páginas, la palabra formación aparece sólo en una ocasión y es para hacer referencia la formación profesional. De la otra formación, no interesa dejar nada por escrito. vaya que tengamos que justificar a qué nos dedicamos.