Foto: J. Fernández Ortega
En las calles de China, cuando el calor aprieta, los hombres levantan la camiseta y dejan su barriga al aire. Lo que para algunos es un gesto práctico y cultural, para otros es un símbolo de descuido y falta de civismo. La llamada moda del Beijing bikini está más viva que nunca y genera un debate que mezcla tradición, modernidad y la imagen internacional del país.
La expresión Beijing bikini no tiene nada que ver con playas ni trajes de baño. Se refiere a una costumbre muy extendida en ciudades chinas durante los meses de verano: los hombres se arremangan la camiseta hasta el pecho, dejando el abdomen al descubierto como forma de refrescarse.
En mandarín, esta práctica está asociada a la figura del bǎngyé (膀爷), que se podría traducir como “señor del torso al aire”. Generalmente se trata de hombres de mediana edad que buscan alivio ante el calor sofocante de las ciudades, aunque en la actualidad también se observa entre jóvenes.
El gesto tiene un componente eminentemente práctico: las olas de calor en Pekín, Shanghái o Tianjin elevan la sensación térmica hasta niveles extremos. Ante la ausencia de sombra en muchas calles y el elevado nivel de humedad, ventilar el abdomen se convierte en un método rudimentario, pero eficaz, de bajar la temperatura corporal.
Además, la medicina tradicional china sostiene que liberar el calor acumulado en el estómago ayuda a equilibrar el cuerpo. Por eso, más allá de la estética, la costumbre está vinculada a un sentido de bienestar que forma parte de la cultura popular.
Aunque durante décadas nadie cuestionaba la escena de grupos de hombres con la barriga al aire jugando a las cartas o tomando té en un parque, la llegada de las redes sociales y el turismo internacional ha transformado la percepción del Beijing bikini.
En plataformas como Weibo proliferan los comentarios críticos que tildan esta práctica de “antiestética” o “vergonzosa” para la imagen del país. En contraposición, otros usuarios defienden que se trata de una tradición urbana y que no debería prohibirse una costumbre popular en nombre del decoro moderno.
Medios internacionales como The Guardian o The Washington Post han dedicado reportajes a este fenómeno, describiéndolo como una postal veraniega única de la vida urbana china, tan característica como las bicicletas o los mercados callejeros.
El debate social ha llegado también a las instituciones. Algunas ciudades han decidido actuar para restringir esta práctica.
En 2019, Jinan, capital de la provincia de Shandong, incluyó la barriga al aire entre los “comportamientos incivilizados” de su normativa local. La medida contemplaba advertencias y posibles sanciones para quienes incumplieran las reglas.
Ese mismo año, Tianjin llegó más lejos y estableció multas de hasta 200 yuanes para quienes fueran sorprendidos sin camiseta en espacios públicos. La justificación oficial apelaba a la necesidad de mejorar la imagen urbana y promover hábitos higiénicos.
En 2020, la capital china dio un paso decisivo. Beijing aprobó una regulación de comportamiento cívico que prohibía expresamente ir sin camiseta en lugares públicos. Esta norma se interpretó como un golpe directo al Beijing bikini, en un intento de reforzar el aspecto internacional de la ciudad y dar ejemplo de “civilidad”.
Pese a las campañas oficiales, el Beijing bikini sigue vivo. Cada verano, especialmente en barrios populares, parques y mercados, miles de hombres continúan levantándose la camiseta para combatir el calor.
Los medios chinos han recogido cómo, incluso tras la pandemia, la costumbre resurge con fuerza, en parte como respuesta a las olas de calor cada vez más intensas que provoca el cambio climático. Para muchos, cubrirse en pleno julio resulta inviable, y el abdomen descubierto es un alivio inmediato.
El debate sobre el Beijing bikini trasciende la estética. Por un lado, está la visión de las autoridades, que buscan proyectar una imagen moderna y globalizada, acorde con la ambición de China como potencia internacional. Por otro, está la realidad cotidiana de la población, donde el calor, la tradición y la comodidad pesan más que las normas de etiqueta urbana.
La asimetría de género también forma parte del debate. Mientras los hombres encuentran cierta tolerancia social para mostrar la barriga, no existe un equivalente aceptado entre las mujeres, lo que plantea cuestiones de igualdad y libertad en el espacio público.
Para el visitante extranjero, encontrarse con decenas de hombres mostrando el abdomen en plena ciudad puede resultar chocante. Pero también añade un matiz auténtico a la experiencia de viaje: se trata de una costumbre que refleja la convivencia de lo antiguo y lo moderno en la vida urbana china.
Quien recorra las calles de Pekín o Shanghái en julio descubrirá que, junto a rascacielos ultramodernos y cafeterías de diseño, aún conviven prácticas tradicionales que hablan del día a día de la gente.
El Beijing bikini no es solo una moda estival, es una costumbre cultural con hondas raíces en la vida urbana de China. Su persistencia, pese a campañas de civismo y prohibiciones locales, demuestra que el calor, la tradición y la identidad popular prevalecen sobre las normas oficiales.
Lo que para algunos es un símbolo de falta de educación, para otros es una seña de autenticidad que no debería perderse. Entre la búsqueda de modernidad y la resistencia de lo cotidiano, la barriga al aire seguirá siendo protagonista de los veranos chinos.
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