¡Llega el calor! Ya estamos en primavera y se acerca la época estival. Nos vestimos con ropa más cómoda y ligera, y dejamos de abrigarnos. Las personas podemos elegir el tipo de ropa que nos ponemos según la temperatura que hay, pero nuestras mascotas siguen con su mismo vestuario: su piel y su pelo.
El calor nos afecta tanto a nosotros como a nuestras mascotas, pero éstas lo padecen de una forma diferente. Los animales más propensos a sufrir las consecuencias perjudiciales del calor son los perros y gatos de pelo largo y oscuro, los de morro corto -por su dificultad respiratoria-, los cachorros, los de edad avanzada y los obesos. Siempre debemos estar muy atentos a cualquier síntoma que nos indique que nuestra mascota está pasándolo mal en un día muy caluroso.
Las personas somos capaces de regular nuestra temperatura mediante nuestras glándulas sudoríparas, pero los perros y los gatos carecen de ellas y utilizan otro método para bajar su temperatura corporal.
Tanto perros como gatos regulan la temperatura corporal mediante el jadeo, sacando la lengua, de forma semejante a la transpiración humana; y sudan solo a través de las almohadillas plantares, y no a través del resto del cuerpo.
Hay que tener en cuenta que, mientras que el gato casi siempre está dentro de casa y es libre de buscar un lugar fresco donde poder refugiarse. Además, al ser un animal muy elástico, es capaz de refrescarse lamiendo prácticamente todo su cuerpo.
En cambio, el perro lo tiene más difícil. En verano solemos pasear con él sujeto por una correa bajo el sol, y pisando el asfalto que el animal sufre al quemarle las patas y, los que son más bajitos, también la barriga, por el claro que irradia.
El mayor peligro para nuestras mascotas en días calurosos es “el golpe de calor”, accidente que, lamentablemente, ocurre con mucha frecuencia, en lugares como el coche.
Si dejamos al animal encerrado en él sin ninguna ventilación, aunque sólo sea unos pocos minutos, puede llegar a ser fatal.
Está comprobado que el interior de un automóvil aparcado al sol, en un día caluroso, puede llegar a superar los 50 grados. La temperatura corporal de perros y gatos oscila entre 38,5 y 39 grados. El golpe de calor se produce cuando el cuerpo del animal supera los 42 grados, lo que provoca la pérdida de glucosa y sales minerales, y un aumento del ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. Esta situación puede llegar a causar una muerte fulminante. Los síntomas más visibles son jadeo exagerado, tambaleo, negativa a moverse y temblores musculares.
Por lo tanto, nunca hay que dejar a nuestro perro o gato encerrado en el coche en un día muy caluroso. Y si no hay otro remedio, y aunque sea sólo por un par de minutos, debemos dejar las ventanillas parcialmente bajadas para hacer que el aire circule.
Javier Rodríguez Batallé
JR BATALLÉ EDUCACIÓN CANINA
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