El 'caloret' de Ciudad Jardín

Estos días de canícula veraniega, donde el calor torna el aire en irrespirable y cuesta salir a la calle en las horas diurnas, lo que más se agradece para combatir el ‘caloret’ es no trabajar y poder ir a pegarse un baño a la piscina o a la playa. Miles de ciudadanos que no disponen de medio de locomoción propio, cogen sus bártulos y se disponen a meterse en las latas de sardinas que son habitualmente en estas fechas los autobuses de la EMT de Palma, en especial las líneas que conducen a las playas del municipio y someterse a la sauna correspondiente antes de desembarcar en Cala Mayor, la Playa de Palma, Can Pere Antoni o Ciudad Jardín.

Sin embargo, Emaya nos obsequia generosamente cada año con un vertido de aguas fecales en una de las playa más concurridas del municipio, la de Ciudad Jardín, donde desemboca el Torrent Gros, que recibe las aguas de la depuradora.  Por no sé bien qué problema eléctrico en las bombas de impulsión, un verano más los bañistas que se acercan a Ciudad Jardín ven hondear la bandera roja que prohíbe el baño, hasta que las corrientes marinas hayan dispersado la porquería vertida al mar por la empresa pública encargada de que tal cosa no suceda.

Dado que el gobierno municipal está ahora participado de forma importante por ecologistas, el nivel de exigencia de los ciudadanos resultará forzosamente mucho mayor para con Emaya. Será de agradecer una explicación razonable –o aún mejor una solución duradera– por parte de la flamante nueva gerenta de la Empresa Municipal d´Aigües i Clavegueram (Emaya), Imma Mayol. Seguro que en Barcelona esto no pasaba.

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