En el momento de ponerme a escribir la columna de esta semana me ha venido una idea a la mente... «Hostias, ¿y si este es el último artículo que escribo en lo que es España? ¿Y si el lunes lo que quede es otra cosa, no sé...? Otra cosa. ¿Y si ya no tengo país cuando despierte el lunes?», me digo. Dependerá de lo que suceda hoy, domingo, primero de octubre del año 2017 de nuestro calendario gregoriano. Supongo que, así como cambiamos de calendario para abandonar el juliano, nos acostumbraremos a cambiar de país. A fin de cuentas, mi familia es mi país. Me pregunto si no debimos cambiar de líderes hace tiempo... Gracias, Mariano, gracias Cabezamocho, sois cojonudos.
En fin, mañana será otro día, quién sabe si otro país, pero yo seguiré siendo yo, tal vez con una parte de mi alma mutilada, incompleto, dolido. Y como seguiré siendo yo pase lo que pase y en mi naturaleza está tocar los huevos ajenos, voy a darle a las teclas del ordenador. Parafraseando a ese intelecto galáctico que es Rufián —jamás un apellido fue tan acertado epíteto—, no pienso «sacar mis sucias manos» del teclado. Así que vamos a ello, repasen conmigo una semana más.
Ya saben que David Abril, el diputado y coportavoz de Més per Mallorca, está abonado a la columna. No digo yo que sea mal tipo, pero poco fiable es, no lo duden. Antes que confiarle a mi hija en el parque, se la entregaba a Charles Manson. Siempre he pensado que será el ejecutor de su partido, es el picudo rojo de la política. Recuerden que fue uno de los responsables de dinamitar Esquerra Unida. Se hizo con el control de partido y lo condujo hacia una implosión suicida de la que aún no se ha recuperado. Y una vez destruido se largó a la órbita del PSM. El viejo PSM de la izquierda ilustrada, de los progres culturetas de universidad y familia bien, ha muerto en buena medida por el perroflautismo caníbal de Abril y la pasividad de Biel Barceló, al que le han segado la hierba bajo los pies. Nadie encuentra el rastro de aquella formación nacionalista en el Més de hoy, una especie de protopodemos de querencia jarrai. Miren como ha acabado Barceló, convertido en un boxeador sonado que deambula por el cuadrilátero, incapaz de levantar los brazos, encajando la golpiza antes de besar la lona. Abril destruirá Més, se lo entregará en bandeja al dios Pablo Iglesias. Abril estuvo el pasado fin de semana en la asamblea de Podemos de Zaragoza. ¿Qué les parece que se marcara un parlamento y se hiciera la fotografía al final del acto con Iglesias, Montero y toda la cúpula podemita? Vale, me dirán que iba de invitado, de guest starring, pero a mí tanto colegueo me da que pensar.
Siguiendo con Més, hoy andan por Barcelona. Es su reciente segunda excursión a la capital de la Grosse Catalonia después de su foto, Otegui incluido, de la Diada del Sí. No se puede ser más paleto. En términos antropológicos esto es una aculturación en toda regla. En vulgo, que uno se siente inferior y de forma voluntaria reniega de su cultura para asumir otra que considera superior. Los de Més son como los indígenas papúes fascinados con los aviones y mercantes que llegaban con toda clase de víveres y bienes. Los adoraban como a dioses hasta el punto de desarrollar lo que se conoce como el «culto del carguero».
Cierto es que los papúes tenían la fea costumbre de matarse entre ellos y de comerse a los misioneros, aunque no creo que se les pueda tildar de relativistas. Entendían que, así como ellos se podían papear a un enemigo, este podía hacer lo propio con ellos. Y eso los de Més no lo entienden. Como buena izquierda sectaria, altiva y dueña de la superioridad moral, les ha jodido que Gabriel Escarrer dijera lo que pensaba de la ecotasa y de la política turística del Gobierno balear en la inauguración del Palacio de Congresos de Palma. Y les ha jodido aún más que Agustín, el Casta, se choteara como le viniera en gana en su monólogo. La jodienda máxima ha sido que un puñado de ciudadanos con banderas españolas recibiera a los reyes. Impagable ver a Toni Noguera paseando cabizbajo por la acera junto a la comitiva real mirando al suelo como si buscara colillas. Abril salió al día siguiente en plan caniche furioso clamando al cielo, diciendo que aquello era intolerable y que había que plantarle una yihad fiscal a Escarrer y enviarle un par de inspectores de hacienda. Resulta que cuando un señor dice lo que piensa eso no es libertad de expresión, es «caciquismo». Pues te aguantas, chaval. Escarrer —con razón o sin ella, que en este caso es lo de menos — tiene el mismo derecho que tú a decir lo que le dé la real gana. Poner a cualquier activista a largar un pregón antiespañol en las fiestas del pueblo o al mequeterefe de Willy Toledo con una camiseta de Ho Chi Minh a presentar los Goya es libertad de expresión. Lo de Escarrer es caciquismo... Vale, ya veo dónde está la altura moral de Més. Al próximo hotelero que abra la boca le mandamos a la Checa y listo.
Esta semana también ha habido música. Hasta ahora el exitazo del momento era una cancioncilla titulada Prensa española, manipuladora. Pero la industria musical ha encontrado un nuevo temazo llenapistas —«Guau, guau, guau, esto va a ser 3, 2 ó 1», que diría Joaquín Luqui—, una especia de We are the world grabado en Mallorca para apoyar el prusés. Pedazo de videoclip, increíble, se han marcado los de la NBA All Stars del catalanufismo mallorquín. Como no tienen piedad, han pergeñado una canción de cinco minutos que es un pastiche de géneros musicales de lo más ambicioso y que comparada con Bohemian Rhapsody —que esa sí estaba bien hecha— viene a resultar lo que es una lombriz de tierra a una anaconda. No había visto tantos muertos de hambre juntos ni en la cola de Cáritas. Y que me disculpen por la analogía los que pasan apuros, porque lo suyo es necesidad y lo de estos es jeta de cemento. En la pandilla de paniaguados niños cantores encontramos a músicos de esos que duermen a las ovejas y no faltan en las fiestas populares que tan gustosamente pagan los alcaldes con el dinero que no es suyo; a escritores subvencionados que escriben tostones que nadie lee y que se premian entre ellos; a periodistas de lo más independiente; a algún que otro asesor del Gobierno balear; y demás fauna famélica ávida de prebendas públicas.
Miren, tienen todo el derecho del mundo a cantar lo que quieran y a intentar ganarse la vida como puedan. Tanto derecho como el que yo tengo para decir que la letra me parece una cursilería de solemnidad impostada que no la cantaban ni los escoltas de excursión en Lluc en los tiempos de Toni Noguera y que la canción es una tortura nivel reguetón, deprimente como el funeral de Lady Di. Al menos podrían haber tenido el detalle de incluir a Joan de Son Rapinya para aportar algo de color a la procesión de mendicantes. Igual soy duro de oído, si bien creo que después de décadas escuchando a Motörhead les puedo asegurar que estoy curtido en toda clase de ruidos y cacofonías. Hala, lo he dicho, ya me pueden enviar un inspector de hacienda. Todos lo estaban pensando y alguien tenía que soltarlo.Otra barrabasada musical es la que ha perpetrado el Ayuntamiento de Palma y que, como no, vamos a pagar con nuestro dinero. Alguien ha tenido la genial ocurrencia de contratar a una empresa externa para que «asesore» al consistorio en la selección de los músicos que actuarán en la revetlla de San Sebastià. Dice uno de los asesores en la radio que se primará la actuación de músicos locales con repertorio propio. Ya se lo imaginan... Veremos cuántos de los del We are the world acaban llevándose la pastaca. Además de un despilfarro inútil, pues les aseguro que no hace falta asesor alguno pues para eso ya están los técnicos municipales, es una forma tan encubierta como burda de dar amparo a su desvarío sectario. Lo siento, porque conozco a alguno de los asesores y me consta que es buena persona y mejor profesional.
La noche de Sant Sebastià ya hace demasiados años que es una puta mierda. El drama no es nuevo y va a peor. Al hilo de Sant Sebastiá debo recordar que Podemos propuso en su programa electoral hacer de Palma «una ciudad de Heavy Metal», no es coña, y aquí siguen tocando los cuatro pelagatos del tamborino y de la batucada, que no faltan en ningún sarao. Qué pesados. Lo de metal friendly va a ser que no, no me imagino a Aligi Molina arrancándose por Iron Maiden. Esto es lo que pasa cuando tienes una concepción porreta y cervecera del Metal y te parece todo muy enrrollao para llevarlo de promesa electoral. Un respeto por la tachuela y el cuero que han hecho más por la cultura contemporánea que un millón de zarrapastrosos dándole a los tambores y caminando despatarrados que parece que tienen colesterol —por aquello de «los huevos, ni tocarlos»—.Además de escraches sonoros también hemos tenido cine. El actor danés Pilou Asbaek que me cuentan es uno de los malos malísimos de Juego de Tronos —me quedé en la cuarta temporada— se ha enrollado con el Consell de Mallorca y nos va a hacer de embajador cinematográfico para promocionar la isla y ver si de una puñetera vez empiezan a venir producciones serias a rodar por aquí. Dice el hombre que «Mallorca es una isla demasiado simpática para rodar Juego de Tronos». Hombre, el comentario se agradece. Asbaek conoce bien la isla, pero me da que no tanto a sus moradores.
Aquí podríamos rodar El Padrino IV, Los Juegos del Hambre 5, El ala oeste del Consolat, Distrito Son Banya, Terror en Emaya... Molaría una película en especial: Expediente X: Caso Ópera. Estaría bien porque a lo mejor nos enteramos de quién fue el Mr. X del caso Ópera que esta ha semana ha quedado visto para sentencia. Fiscalía le pide a Jaume Matas que devuelva los 1,2 millones de euros del desaguisado de Calatrava. Curioso que nadie haya citado a declarar a Mister X, el hombre que se llevó de la manita a Matas en un avión a Italia para entrevistarse con Calatrava y cerrar el acuerdo. Resulta que el único testigo del momento en el que Matas apalabró el tinglado de la ópera no ha aparecido por el juzgado. ¿Quién es Mr. X? Es una pregunta retórica. Tiren de hemeroteca y lo encontrarán.Siguiendo con las artes plásticas, tampoco ha faltado el teatro. A cualquier cosa hoy lo llaman teatro. Resulta que en el Principal un tipo un poco guarrete ha subido al escenario en bolas y se ha refregado por las mismas una bandera española. No crean que era un espontáneo, no. Era un actor de la función por la que hacían pagar quince euros de entrada. Sería mejor que el Principal continuara cerrado como los dos meses de verano, que al menos no nos costaba dinero. No voy a valorar la bazofia en la que se ha convertido la gestión cultural de los espacios públicos. Solo les propongo un sencillo juego de inversión y les invito a preguntarse qué hubiera sucedido, si en vez de una rojigualda, el actor se hubiera limpiado los huevos con una cuatribarrada. Pueden responder recurriendo al relativismo moral de Més. A eso se le llamaba dinero público bien gastado, nunca está de más para propagar la ponzoña. Los de la compañía de teatro se deben creer los tíos más radicales y provocadores del mundo. Pobres capullos, pobres intelectuales de menguadas neuronas.
Agustín, el Casta consiguió enervar a unos cuantos con su magnífico monólogo del rey Jaume III en la inauguración del Palacio de Congresos sin necesidad de chorradas baratas.Y también hemos tenido movidas de lengua, y no hablo de besos de tornillo ni nada de eso. El Gobierno balear ha anunciado que aprobará por decreto —vaya, vaya, ¿no decían que los decretos eran cosa de fachas del PP? — que médicos, enfermeros y personal sanitario acredite el nivel B2 de lengua catalana para optar a una plaza pública. En todo caso, la última palabra sobre las contrataciones las tendría la Dirección General de Política Lingüística, que todo el mundo sabe que en males y enfermedades son la autoridad competente. Como ya estamos acostumbrados a estas ocurrencias, ello no resultaría extraño ni chocante de no ser por la vergüenza aberrante del PSIB que exige el catalán para trasplantar un riñón mientras se olvida de pedírselo a los cargazos a dedo que coloca en Sanidad. Tampoco se lo piden a todo un conseller como Iago Negueruela, ni en su tiempo lo hicieron con Margarita Nájera ni con Antoni Diéguez, y eso que los tres fueron y son portavoces: Nájera, del Gobierno; Diéguez, del grupo parlamentario; y Negueruela, del partido. En el colmo del cinismo, Diéguez me soltó en una entrevista que le hice años que «yo tengo el nivel C de catalán y lo aprobé con buena nota», aunque jamás nadie ha oído una palabra en mallorquín salir de su boca. Hipocresía, esquizofrenia o ambas cosas, elijan ustedes.Esta es la semana de las manifas: por un lado, el binomio Tourists go home - Refugees Welcome; los de las banderas españolas en un acto de la CUP; los españoles y mallorquines en Cort; los animalistas en guerra con las galeras de Palma; los del prusés; el mundo rural contra la política del Gobierno balear...
Hay que reconocerle el éxito a los del tercer Pacto de Retroceso: han conseguido dinamizar la calle.Estuve el sábado a mediodía en Cort. Estaba petada. En el mar de banderas mallorquinas, baleares y españolas divisé una con el águila de San Juan, una con el yugo y las flechas y una de la cruz de Borgoña. Lo que se dice una marea fascista, oigan. Aunque ya saben qué dirán de ellos, o mejor dicho qué no dirán. En los informativos de la televisión pública IB3 del sábado a mediodía la noticia no llevó una batería de cortes de voz de los asistentes como si se hizo con la manifa proindepe del viernes. Lo que si se encargaron de sacar fue una bonita pieza informativa de mallorquines que viven en Cataluña y que, por supuesto, apoyan la independencia porque son catalanes de Mallorca demócratas de toda la vida. Eso por no hablar de la campaña en favor del prusés que se han marcado en IB3 Ràdio toda la semana. Bien, vamos bien, tras la senda de TV3. ¿Qué dice de todo esto el SPIB, el sindicato de periodistas? Ah, no, que el SPIB calla cuando gobierna el PSIB, que ambas cosas vienen a ser lo mismo con las letras cambiadas de orden.Llegados a este punto, por hoy toca acabar. Alguno de ustedes es posible que considere lo expuesto hasta el momento una basura españolista. Teniendo en cuenta que soy periodista y español —lo primero a mi pesar, lo segundo porque así me vino dado al nacer—, debo de ser un malvado manipulador según los indepes, gente de magno criterio que sabe valorar la objetividad de TV3. Es domingo. Mañana será lunes. Que Dios reparta suerte. Ya veremos cómo amanecemos. Pero esa será otra historia...





