Levantadas las barreras del peaje, acordado hace más de veinte años, los habitantes del valle de Sóller verán cumplidas sus reivindicaciones y podrán comprobar si estaban acertados con su demanda. Dejando de lado los retrasos con los que la administración ha satisfecho las subvenciones acordadas con los residentes y si éstas eran declaradas por los beneficiarios, el impacto sobre la masificación de la zona es incalculable, incluso su repercusión para los propietarios de viviendas, restauradores y comerciantes.
El corto recorrido, de apenas 3 kilómetros, le había convertido en el más caro de España en relación con su distancia. Este factor quedará superado desde hoy mismo, pero su elevada peligrosidad por la carencia de modernos sistemas contra incendio y de accesos alternativos, seguirán siendo una pesadilla para los nuevos gestores.
El rescate anticipado de la concesión no ha estado exento de polémica y se ha tachado de electoralista por quienes no transitan por la infraestructura y consideran que la deberían de costear los miles de turistas que la emplean o quienes aprovechan para recordar su controvertido origen, que provocó la caída del entonces presidente Cañellas, así como la excepcionalidad de la carretera de pago cuando todas las demás se han costeado por el erario público.
Sea como fuere, ver luz al final del túnel es una buena manera de terminar el año, sobre todo para los que lo hacemos con desazón por los acontecimientos que han quebrado nuestro ánimo durante el presente ejercicio, pero confiamos en que el cambio de calendario nos sonreirá y el futuro compensará las heridas del tiempo. Una esperanza que también tiene forma de promesa para todos aquellos que aguardan al principio de enero para corregir una tendencia o emprender nuevos retos y que no siempre llegan a la meta fijada, a pesar de las buenas intenciones con las que se proponen cumplirlas.
Tres décadas han pasado desde aquella fracasada emisión de títulos, con la que se pretendía financiar una obra que evitase el incómodo puerto de la sierra de Alfabia, pero las adversidades no frenaron su puesta en marcha y desde hoy mismo canalizará gratuitamente varios miles de vehículos diarios, que accederán sin limitaciones a uno de los parajes más bellos de la isla, pero también más amenazados.
El túnel de Sóller, paradigma de un estilo de hacer política a lo largo de su existencia, se vuelve a convertir en la foto sobre la que determinados políticos quieren apoyan su futuro, dando la impresión de que derriban muros en beneficio de todos, mientras todavía está pendiente el acceso ferroviario público al valle y las derivadas de una ampliación de la concesión al Tren de Sóller, que mantiene un cinturón de hierro en el centro de Palma, a pesar de la enorme inversión que se hizo para la construcción de la Estación Intermodal y el soterramiento de las vías de SFM.