El rey se desprende de dos Ferrari. No sé si hay que alegrarse, o agradecérselo. No veo cómo puede afectarnos a los ciudadanos. Da un poco de risa ese esfuerzo por parecer austero. Ya no tenemos Fortuna, nos deshacemos de dos coches, repetimos trajes, no sé … un poco absurdo todo. Casa Real sufre porqué la resolución del Caso Nóos se alarga demasiado en el tiempo. Imagínense lo que supone para los ciudadanos. Largo, obvio e indignante será el resultado. Y aguantamos. Bueno, ahora ya empezamos a abuchear y a pitar a esa institución anacrónica que nos llenaba de orgullo y satisfacción. Es significativo de qué algo se está despertando y no es sólo la mala educación. Cuándo decimos basta, salimos a la calle, nos hacemos oír, crecemos como pueblo. Derechos y deberes van de la mano. Basta de silencios tolerantes. Orgullosos y emocionados por formar parte de una sociedad que sale a defender, a apoyar y agradecer el trabajo de los profesionales de la Sinfónica. Defender la cultura y pitar el anacronismo nos redefine. Nos engrandece. Notable también es el trabajo de colectivos culturales, sin grandes plataformas, y cero presupuesto. Éstos reivindican el uso de espacios municipales abandonados, mientras trabajan música, teatro, pintura desde circuitos alternativos. La cultura interesa. A pesar de trabas, de impuestos, de tasas prohibitivas, la cultura interesa, provoca y saca a la calle al pueblo. Qué orgullo. No está muerta nuestra sociedad. Está en movimiento. Supone un soplo de optimismo y una obligación para seguir en la lucha. Ahí me apunto.





