Ya es oficialmente nuestro "Fill Predilecte". Maria Salom ya enumeró ayer ante el propio Rafael Nadal esa interminable lista de calificativos que todos hemos pronunciado en más de una ocasión cuando nos hemos referido al tenista manacorí. La presidenta del Consell los reunió todos en un discurso y agasajó al "fill predilecte" con todos ellos envueltos en un lacito.
Rafa ya será para siempre hijo predilecto de Mallorca. Nadie ni en la política ni en la calle ha osado discutir esa decisión. Estamos orgullosos. Lo hemos estado siempre de él. Seguramente porque reúne muchos valores de los que a título individual muchos de nosotros carecemos.
A Rafa Nadal le hemos acompañado en cada revés, en cada derechazo desde el fondo de la pista, en cada subida a la red. Hemos hecho fuerza con él en cada saque, le hemos empujado para llegar a bolas imposibles, nos hemos llenado de tierra batida cada vez que se tiraba al suelo al ganar una final. Hemos morido como él todos los trofeos conquistados.
Ahora ha empezado la recuperación física para estar a punto de cada a la próxima temporada. Veremos hasta dónde llega. Esta vez parte en cuarta posición. ¿Volverá a ser el número 1?. Es muy difícil. Ojalá.
Sin embargo, los que le hemos nombrado hijo adoptivo deberemos hacer de buenos padres cuando ya no gane todos los partidos. Deberemos ser agradecidos por todo lo que nos ha dado cuando no llegue ya a las finales. Él ha demostrado con hechos que cuando cuelgue la raqueta será un "home condret". Nosotros también tenemos que serlo en nuestra actitud hacia él.
Por naturaleza tendemos al cainismo. Con Rafa no toca. No lo merece. Cuando llegue el declive, deberíamos estar encantados con todo lo que nos ha dado y lo bien que nos ha representado. Siempre. Sin excepción.
No cabe la decepción cuando llegue ese momento. Seguramente, él nos volverá a dar una lección de comportamiento humano y deportivo cuando las pilas se acaben y decida dedicarse a otra cosa.
Mientras ese momento no llega, y también después, "Vamos, Rafa".