La socialista Francina Armengol, que ahora se dedica a dar lecciones de austeridad y ética, ha actuado durante los cuatro largos años que ha estado al frente del Consell de Mallorca, al que ha dejado casi en bancarrota, con un sectarismo y un cinismo mayúsculos como ahora confirma un informe de la Sindicatura de Cuentas. Si por algo se ha caracterizado la política inquera es por ser muy amiga de sus amigos, a los que ha regado con generosas subvenciones otorgadas a dedo, sin ningún tipo de miramiento. Casi el 80 por ciento de las ayudas dadas por Armengol fue a asociaciones afines a su causa y su ideología. Y mientras ella dilapidaba el dinero público, las arcas del Consell se iban vaciando. Ahora toca llenarlas de nuevo haciendo recortes de aquí y de allá y subiendo tasas como la de la ITV y el túnel de Sóller que Armengol prefirió dejar en manos de los populares. Su gobierno tenía previsto llevar a cabo esas subidas pero dejó el marrón a su sustituta demostrando que además de cínica y sectaria es cobarde.



