Aun quedan dos semanas de verano meteorológico pero el otoño parece haber llegado de golpe con fuertes tormentas que están dejando lluvias abundantes, vientos violentos y los efectos consiguientes de inundaciones, caída de árboles, muros, vallas y otras estructuras.
Pero el evento fundamental que caracteriza el principio del otoño en nuestras sociedades es la vuelta al colegio de los estudiantes y este inicio de curso es especialmente relevante, debido a la pandemia de covid 19 y al calamitoso desarrollo del curso pasado a partir del inicio de confinamiento en marzo.
Se ha decidido por parte del gobierno central y de los gobiernos autonómicos que el curso se ha iniciar sí o sí con la asistencia presencial de los alumnos en las aulas, con determinadas medidas de grupos cerrados de profesores y alumnos, limitaciones de número de alumnos, obligatoriedad de mascarillas a partir de los seis años de edad, control de temperatura a la entrada a los centros docentes y pruebas PCR a los docentes y a los alumnos con sospecha, pero ¿es prudente iniciar el curso en la situación actual? ¿serán efectivas y suficientes las medidas previstas?
Un inicio presencial del curso escolar con garantías de seguridad respecto de la diseminación del virus depende de tres factores principales: una baja incidencia poblacional de infección por el virus, una capacidad de análisis y rastreo suficiente y sostenible en el tiempo y una adecuada infraestructura y organización en los colegios.
La primera condición no se da en estos momentos. La incidencia poblacional es ahora mismo muy alta. No se han hecho bien las cosas este verano y no se ha conseguido mantener la baja incidencia con la que salimos del confinamiento, probablemente porque la salida se hizo con demasiada rapidez y porque como sociedad no nos comportamos con la debida prudencia (y seguimos sin comportarnos).
Àlex Arenas, físico investigador de la universidad Rovira y Virgili, manifestó hace unos días que en Catalunya con una incidencia poblacional de 90, de un millón y medio de estudiantes que se incorporarán a las clases, por lo menos 150 estarán infectados, lo que implica que, si no se detectan y se cuarentenan, en dos semanas podrían estar afectadas 27.000 familias.
En Baleares, dado que la incidencia es similar, las consecuencias serían similares, con el lógico ajuste a la población, muy inferior a la de Catalunya.
Parece muy catastrofista, pero hay que tener en cuenta que el virus se disemina por vía aérea, por aerosoles, y que la convivencia durante horas de veinte niños o jóvenes en el espacio cerrado de un aula, por más que lleven mascarillas, que todos sabemos que no las aguantarán todo el tiempo, proporciona las condiciones ideales para la diseminación masiva del virus y basta que uno solo de los estudiantes esté infectado.
Es de la máxima importancia detectar los infectados antes de que tengan la posibilidad de contagiar a los demás, pero para ello hace falta una capacidad de análisis rápido de la que ahora carecemos. Aunque estamos haciendo pruebas masivas de PCR, el resultado no está antes de 48 horas y aunque es la técnica mejor para el diagnóstico individual, no lo es para el control poblacional, que requiere de resultados inmediatos.
El riesgo de abrir las aulas y empezar el curso en estas condiciones es muy alto. Es muy probable que en las próximas semanas se disponga de pruebas rápidas de detección de antígeno, con muy buena sensibilidad para descubrir los positivos, especialmente aquellos que tienen una alta carga de virus y que, por tanto, son los que más peligro tienen de contagiar. Los resultados se obtienen en unos quince minutos y el precio es más barato que la PCR, lo que permitiría controles masivos y periódicos antes de la entrada en las aulas, detectar los positivos y evitar que entren en contacto con el resto de compañeros.
Quizás debería estudiarse la posibilidad de retrasar el inicio de curso unas semanas hasta disponer de estas técnicas de detección de antígeno y conseguir una vuelta al colegio mucho más segura. En las condiciones actuales el riesgo de transmisión es muy elevado y las consecuencias pueden ser devastadoras.