¿Alguien que invierte más de veinte millones en una empresa, un club de fútbol en este caso, mantiene en la presidencia a quien sólo ostenta un veinte por ciento del capital?
¿Alguien que destina más de veinte millones para comprar un club se marcha dejando plenos poderes a una persona que ha conocido hace dos meses en plena negociación para comprar otro club?
¿Alguien que asigna más de veinte millones para adquirir un club lo hace sin llevar a cabo una auditoría profunda de sus cuentas y balances?
¿Alguien que deja más de veinte millones en un club en trance de descenso y, por tanto, con un pie fuera de la Liga de Fútbol Profesional ficha dos refuerzos sin gastarse apenas trescientos mil euros y que no garantizan una mejoría notoria?
¿Alguien que arriesga más de veinte millones en un club deportivamente hundido y económicamente tocado mantienen en su puesto a los máximos responsables del fracaso?
¿Alguien que paga más de veinte millones por un club confía en las personas que lo han llevado al borde del desastre social y económico sin efectuar el menor cambio en el organigrama del club y sus responsables de área?
¿Alguien que coloca más de veinte millones de euros en un club de fútbol, sea cual sea, de Escocia, Valencia o Madrid, permite el desplazamiento de cuatro representantes a un partido, sin que el suyo pueda sentarse en el palco presidencial y lo hagan los otros tres?
Y, entre otras cuestiones y para no alargarnos, ¿por y para qué un empresario americano dedica tiempo y dinero a una sociedad anónima deportiva cuya identidad –Glasgow, Levante, Getafe, Espanyol, Valencia o Mallorca le da exactamente lo mismo?
Para finalizar: ¿alguien que hace exposición pública de su compra, evita cualquier aclaración sobre sus pormenores, tales como plazos y forma de desembolso, presupuesto de la temporada y la firma en una notaría de Madrid cuando al día siguiente viaja a Palma?