Escudo de oro y postal de brillantes

Como anillo al dedo. No han pasado ni veinticuatro horas desde mi anterior “Cristal”, en el que a tenor de la “desmalloquinización” del club y el desarraigo cada vez más evidente y profundo del Real Mallorca SAD respecto a la sociedad en la que se desenvuelve, cuando la Agrupación, Asociación o lo que de verdad sea, de Veteranos del Mallorca no ha tenido otra idea que imponer a Maheta Molango su insignia de oro. ¡Hay que tenerlos bien puestos, si señor!.
No se me pasa por la cabeza que Julián Mir, presidente de los exjugadores, esté por un homenaje de más o de menos como el que le tributaron en Alcoy a donde viajó con la expedición mallorquinista para recibir un pequeño homenaje de su antiguo equipo con más bombo que platillo. Al considerar imposible tamaña nimiedad, me he dedicado a darle vueltas al asunto para dar con una razón por la que librar tan pomposa distinción. Pérdidas económicas por un tubo, desprecio a los accionistas del Lluis Sitjar, descenso a Segunda B, despidos por un tubo a mallorquinistas de pro y ascenso o buena noticia, ninguna. Todavía.
Supongo que en la comida navideña de rigor se debió explicar la relación de méritos acumulados por el CEO del club. Paso. No esperaba que los Veteranos fueran tan poco inteligentes como para unirse a la lista, cada vez más corta, de colaboracionistas por omisión ya que, desde luego, acción no realizan ninguna. En estas circunstancias yo hubiera llegado más lejos, hubiera encargado una postal navideña al autor del glorioso cartel del centenario y se la hubiera remitido a Robert Sarver con un Merry Christmas lleno de brillantitos. ¡Por metales preciosos no vamos a estar!.
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