Me creo a Bárcenas. Hay más dónde rascar, aunque es un señor de dudosa respectabilidad. Hasta me puedo creer al “pequeño Nicolás”.
Sobretodo porque no puedo confiar en un presidente del gobierno que nos pide confiar en el viento. Sí claro, cuando el viento se lleve el humo, veremos la verdad.
Tal vez veamos que él ya no está.
Hasta nos creemos, aunque no la veamos, que la macroeconomía empieza a ir bien. En un tiempo si llegamos, notaremos algún resultado. Es fácil pensar que estos señores de la derecha y el rescate a la banca, con muchos estudios en universidades extranjeras son los más preparados para salvarnos. Puede que pensemos en taparnos la nariz y apostar por ellos de nuevo en las urnas.
Es fácil hacerlo con la alternativa que tiene el país. O no. Valientes y hartos los griegos. Ellos tiran por el camino de enmedio. Ni vientos ni leches, basta ya.
Podemos tiene corto recorrido pero fuerza en el discurso. Emoción en la protesta y rabia del seguidor. Podemos tiene confianza en sí mismo, muchos defectos y algún problemilla. Genera debate, se crea enemigos, da miedo y ofrece esperanza.
Frente a estos contrincantes tenemos a un PSOE hundiéndose, fragmentado y sin programa. Con un líder descafeínado sin discurso. Con unas bases rotas, sin futuro en todos los aspectos. Los votantes del PSOE, esa clase media despojada de su presente y futuro ha sido abandonada. Hoy vive descreída pero necesitada de un cambio, de una fuerza que tire de ella.
Y si ni con este panorama, ni con estas necesidades saben coger el timón de un partido que en su lucha y en sus principios consiguió hacernos casi iguales en derechos y deberes, en libertades y oportunidades pronto podríamos ser Grecia. Ahora los socialistas griegos observarán desde la barrera cómo otros se baten en la arena política nacional y europea. Mejor o peor, pero con la confianza de los votantes.
Ay Francina, ha llegado la hora de los valientes. Si no hay nada que ofrecernos, recojan sus despachos porqué esto también es robar al ciudadano. Espabila.