Lo que se vivió ayer en el Congreso de los Diputados va a pasar a la historia como uno más de los fracasos de este país en lo que a educación se refiere. Si yo fuese el presidente del PP, hoy mismo presentaba una demanda en los tribunales para impugnar una normativa que atenta contra la Ley Orgánica de Educación.
Todos esos diputados que votaron a favor del Plan Celaá para cargarse de un plumazo los preceptos de la ley orgánica demuestran que son unos encefalogramas planos en lo que a derecho se refiere, con lo que no están a la altura de ocupar un escaño en la Cámara Baja de representación de nuestro país.
Y no sólo eso, sino también por alentar una reforma educativa que, tal y como argumenté la semana pasada, daña muy seriamente al sistema educativo. Ésta no es la reforma del sistema que necesita nuestro país. Ante la adversidad provocada por la crisis sanitaria del COVID-19, mayor firmeza y contundencia.
A buen seguro, todos esos palmeros del gobierno no se han detenido a pensar en lo que implica para los centros educativos que esa norma entre vigor. Y es que la partida de dominó ha empezado. Cuando cae la primera ficha, van todas detrás. Los documentos de centro que hacen referencia a los criterios de evaluación, promoción y titulación de los centros están aprobados en consonancia con la normativa anterior.
Ahora, los equipos directivos y los profesores, como si tuviesen poco trabajo, tendrán que replantear nuevamente y adaptar estos documentos a la normativa actual. Si lo que se piensan es que ayudan, nada más lejos de la realidad.
Pero lo más preocupante no es la modificación parcial de la ley. Lo realmente preocupante es que detrás de la excusa marrullera de la pandemia quieren empezar a insertar cambios que nos van a dirigir a un sistema educativo catastrófico, al que llegaremos sin consenso alguno de la comunidad educativa, con el fin de amansar a las fieras, es decir, a la juventud, dejándoles sin capacidad de libertad de pensamiento, porque la única pretensión de este gobierno de coalición del Estado es acabar teniendo una población educativa sumisa al régimen.
Éste no es el camino. Éstas no son las maneras. Estos jóvenes de hoy no se merecen que este gobierno cometa esta tropelía con ellos.
Si (
No(