A diferencia del feminismo cívico que aboga de forma tranquila por la igualdad efectiva entre todos los ciudadanos, lo que define al feminismo radical es su sectarismo partidista y una manifestación de ese sectarismo es el empeño por silenciar a los discrepantes.
Este feminismo trasnochado confunde igualdad con homogeneidad, el feminismo radical interpreta que cualquier opinión personal que no comulgue con sus parámetros supone una agresión potencial contra las determinaciones convencionales de su ideología. Y así lo hemos visto esta semana en el 25N.
La ideología del feminismo radical utiliza dos recursos para imponer su censura: en primer lugar, la descalificación total e integral de cualquier crítica u opinión que venga a poner en entredicho la naturaleza de su ideología partidista y el segundo, es la interpretación a que cualquier diferencia, por razonable que pueda ser, debe ser silenciada para no hacer el juego a aquello que se pretende combatir.
Osar a afirmar que no todo vale en este campo, supone la acusación total de ser al menos cómplice, cuando no instigador.
Lo peligroso del asunto es que de esa censura se derivan serios perjuicios a la salud democrática.
Y así ,el miércoles pasado en el Parlamento Balear ,ante la imposibilidad de aprobar por unanimidad una declaración institucional sobre el día internacional sobre la violencia contra la mujer , llena de ideología partidista , por que un grupo parlamentario no la quiso apoyar, el Presidente de la cámara la lee como si fuera su propio discurso filtrando en las redes sociales que así lo haría.
Que la primera autoridad de la cámara legislativa de baleares que representa a todos los ciudadanos de estas islas vulnere el reglamento del Parlamento donde dice expresamente que sólo se podrán leer en el pleno las declaraciones institucionales que se adopten por unanimidad es patético y antidemocrático. No se puede leer en la sala del pleno pero si en otra sala a dos metros de distancia dentro del mismo recinto parlamentario.
Definitivamente algunos políticos al asumir su papel institucional no son capaces de deshacerse de su vestimenta partidista. Otra forma de censura democrática.
