Francina, móntame un piso

A finales de los años 50 del siglo pasado, dos magníficas películas retrataron las penurias de las clases trabajadoras por encontrar vivienda en la España de posguerra. "El inquilino" (1957), del cineasta falangista Nieves Conde, y "El pisito" (1959), de Marco Ferreri, son dos ejemplos del mejor realismo cinematográfico patrio, primo hermano del cine italiano de la época.

Nieves Conde sufrió duros recortes por parte de la censura, porque su testimonio no solo denunciaba la tremenda escasez de vivienda, sino la miseria general de aquella época. Luego vinieron los cambios producidos por los tecnócratas del Opus en los gobiernos de Franco y el espectacular desarrollismo económico de los sesenta y setenta, a lomos del turismo y la industrialización y, con ese cambio de paradigma del régimen -que pasó de la ruinosa autarquía a abrazar un modelo de libre mercado compatible con su planificación-, en nuestro país se construyeron más de cuatro millones de hogares entre 1957 y 1975, a iniciativa pública del Ministerio de la Vivienda, organismo infelizmente suprimido en 1977 aunque recuperado fugazmente por Zapatero entre 2004 y 2010.

El traspaso de competencias a las comunidades autónomas no solo no supuso el fin de las penurias, sino incluso, al menos en el caso de Balears, su agudización extrema. Sufrimos hoy un escandaloso déficit de viviendas para promover la emancipación de jóvenes y el alojamiento de nuevas familias trabajadoras y de clase media. A la izquierda, este problema le ha proporcionado multitud de páginas en sus argumentarios electorales. El problema es que, cuando le ha tocado gobernar, ha hecho exactamente lo mismo que la derecha, es decir, absolutamente nada.

Armengol prometió acabar con esto, claro, como sus homólogos anteriores. Pero lleva seis años en el cargo y de las más de dos mil viviendas prometidas en su última campaña apenas ha iniciado el expediente administrativo para impulsar la construcción de 500, que a este ritmo se habrán ejecutado en solo dos o tres legislaturas más.

Con el único fin de camuflar tanta incompetencia e indolencia, el Govern expropia ahora el uso de 56 pisos en manos de bancos y de los llamados fondos buitre, es decir, confisca -previo abono de su importe- una parte del producto de la codicia bancaria frente a aquellos que no pudieron pagar y fueron objeto de una ejecución hipotecaria. En suma, estos pisos son el cuerpo del delito de la miseria moral de la banca española.

Por si fuera poco, además, bancos y fondos de inversión son pésimos vecinos de escalera, porque muchas veces se 'olvidan' de abonar los gastos comunes, arruinando en muchos casos a comunidades enteras, obligadas a litigar hasta para poder mantener un ascensor en funcionamiento, y son también grandes favorecedores del fenómeno de la okupación, porque ya se sabe que si el dueño no vigila -y ellos solo vigilan sus cuentas de resultados-, estos delincuentes se cuelan a las primeras de cambio devastando todo lo que encuentran a su paso.

Por tanto, no seré yo quien defienda a los fondos buitre internacionales, nutridos en muchos casos de dinero negro o incluso de dinero sucio -que no es lo mismo- proveniente de paraísos fiscales. Tampoco defenderé a los bancos, porque esos pisos se adquirieron con el rescate que les proporcionamos los ciudadanos de la Unión Europea en la pasada crisis, 40.000 millones de euros que aún nos deben a todos, habiendo incurrido con los ciudadanos -sin despeinarse- en la misma morosidad que les sirve a ellos para enriquecerse de forma profesional todos los días.

El problema de nuestra derecha es que ha picado el anzuelo y ha puesto el grito en el cielo alertando de toda clase de calamidades chavistas y de una expropiación general a los propietarios de viviendas. Y la hipérbole, como arma política, acaba cansando. Obviamente, noticias sesgadas así ahuyentan inversores, aunque la derecha tenga siempre dificultades visuales para discernir entre la especulación más grosera y la verdadera inversión. De momento, se ha actuado timidísimamente contra la primera, y me temo que el Govern no tenga la más mínima intención de hacerlo contra la segunda, por más rasgado de vestiduras que escenifique
la oposición.

En el fondo, Francina quería solo camuflar su incumplimiento electoral y la derecha, torpemente, ha hecho que consiguiera su finalidad.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias