Han pasado dos meses y medio y la Plaza de España de Palma está que da pena. El movimiento del 15-M no puede servir de justificación para mantener sine die esa imagen de la zona más emblemática del centro neurálgico de la ciudad. Ha llegado la hora de devolverla a su estado original. Y si no fuera suficiente motivo el hecho de que la plaza está hecha un asco, ya llevamos dos sucesos, dos, en la zona: la explosión de un pequeño artefacto en una papelera y una brutal agresión a un indigente, lo que demuestra que allí se ha concentrado un totum revolutum que está desvirtuando cualquier reivindicación del 15-M. Por tanto, que las autoridades se dejen de “pasotismo” y despejen la plaza para que vuelva a ser lo que fue y no este campamento que parece cualquier cosa menos reivindicativo, y sus impulsores que se constituyan en un partido político y levanten la voz allí donde tienen que hacerlo y no en una plaza, que es de todos, pero por la que cada vez menos quieren pasar.
