El problema de la economía española, y también la balear, es un problema de confianza. Hay dinero, pero los inversores no se atreven a utilizarlo porque las condiciones socioeconómicas y también políticas no son las más adecuadas. Desde que el Govern de Bauzá empezó a gobernar se han dado demasiados mensajes económicos en negativo, algunos justificados por la herencia, pero ha llegado la hora de empezar a cambiar al chip, decir que todos los proveedores cobrarán lo que les adeudan y que los créditos servirán para relanzar la economía privada. Parece que en el Govern el que mejor entiende qué hay que hacer es el conseller d'Educació, Rafel Bosch, que se ha encargado ya en pagar la mitad de la deuda del Govern con la educación concertada, una buena noticia dentro de una retahíla de informaciones económicas negativas, tanto en el ámbito privado como en el público. No servirá de nada que tras el cambio político que ha habido en Balears se sigan lanzando los mismos mensajes que cuando el PP estaba en la oposición sobre lo mal que está la economía. Así no se genera confianza entre los inversores.





