Con la rapidez que ya caracterizó la jornada del 23, este miércoles todos los actos de Sant Joan se llevaron a cabo con extraordinaria puntualidad e incluso, se podría decir, con cierta antelación.
Hay que remontarse muchos años atrás para volver a ver unos Jocs que empezaran tan pronto, a plena luz del día. Con dos hora de antelación sobre el horario del año pasado, a las 19:30h de la tarde toda la comitiva se encontraba ya en el puerto dispuesta a comenzar la primera vuelta de jaleo. El exceso de celo llevó a suprimir una de las vueltas, la segunda, que se debe realizar sin música. Eso contribuyó a acelerar aún más unos Jocs que se iniciaban cuando justo pasaban un par de minutos de las 20h.
Pese a la vía libre y la mayor visibilidad, sólo fueron 4 los trofeos conseguidos por los cavallers, una cifra que queda lejos de las 10 ensortilles conseguidas durante los ensayos de la mañana.
Acabó la primera tanda de carreras sin premio alguno. Tuvo que ser a partir de la segunda cuando loscavallers afinaron un poco más su puntería. El veterano Net de Binigafull fue quien consiguió la primeraensortilla; le siguió el conocido Tòfol Marquès, l’amo de Son Felip, un habitual de los jocs des pla y de los aciertos a la hora de ensartar las anillas. L’amo en Damià de Alputze, fue el tercero en recoger su premio y un joven jinete, con asta pequeña, consiguió la última de las ensortilles.
El respeto absoluto al pasillo marcado por los voluntarios y la ausencia de las habituales “peleas” para colocar la “ensortilla” ayudó mucho a agilizar unas carreras que finalizaron en poco más de una hora y media, 35 minutos menos en en 2014.
Era el momento de empezar las pruebas del rompre ses carotes. Hubo en ese momento trasvase y movimiento de gente. Algunos, saciados ya, abandonaron es Pla para seguir disfrutando de la fiesta desde otra punto de la ciudad. Otros simplemente cambiaron su ubicación original bajo s’ensortilla, para colocarse en la primera parte del recorrido y entrar en la pugna por un trozo de carota. A pesar que el pasillo allí siguió funcionando, el ímpetu de muchos jóvenes por hacerse con una de las preciadas astillas provocó alguna que otra pelea y la ralentización de los Jocs.
Ya con un Pla bastante más vacío que al principio y con los ánimos más sosegados se realizaron las carreras del córrer abraçats. Momento entrañable en que padres e hijos (en la mayoría de los casos) aprovecharon para mostrar sus habilidades corriendo abrazados a galope tendido.
Las tres vueltas de jaleo finales pusieron el broche de oro a unos Jocs cuasi modélicos que este año han abierto un pasillo a la esperanza y que deben marcar el camino a seguir en los años venideros.
