La crisis no ha terminado

La Comisión Europea, cuyo titular es, desde el pasado día 1 de noviembre de 2014, Jean-Claude Juncker, considera que diez años después del estallido de la crisis económica, una de las más graves de la historia, puede darse por terminada. Así lo ha afirmado el pasado martes en un comunicado que la ‘’peor recesión de la historia de la UE ha sido superada’’.

Para conocer lo que significa esta declaración conviene, en primer lugar, recordar que el actual presidente de la Comisión Europea era el primer ministro de Luxemburgo cuando se alcanzaron los pactos entre más de 340 multinacionales con el Ducado para pagar tipos fiscales inferiores al 1% para reducir su factura fiscal en otros países europeos y, en segundo lugar, que la Comisión Europea de la Competencia ha sentenciado que los acuerdos fiscales entre Amazon (una de las multinacionales que facturaban hasta el 90% de su producción en Luxemburgo) y el Gran Ducado de Luxemburgo constituyan una violación de las normas del mercado comunitario.

Jean-Claude Juncker y Jeroen Dijsselbloem (actual Presidente del Eurogrupo) eran los ministros de Finanzas de Luxemburgo y Holanda, respectivamente, cuando se creó el mayor entramado de fraude fiscal que haya conocido Europa, diseñado para permitir que las multinacionales y grandes corporaciones evadiesen impuestos a gran escala en perjuicio de los países miembros de la UE que ahora dirigen.

Además, durante más de 15 años bloquearon todos los intentos de la Comisión Europea por corregir ese sistema impositivo que defraudó miles de millones de euros a las arcas públicas... y hasta ahora mismo han logrado ocultar esos tejemanejes a la propia Eurocámara, cuyos parlamentarios siguen teniendo vetado el acceso a los documentos que demuestran la responsabilidad personal de esos dos políticos en este gigantesco saqueo de las Haciendas de sus socios.

Pues bien, que la institución que dirige este personaje diga que la crisis se ha terminado solo significa que las multinacionales, las entidades bancarias, las grandes empresas vuelven a ganar los millones de euros a espuertas, así declara que: ‘’Hoy, la economía se está expandiendo por quinto año consecutivo. El desempleo está en su tasa más baja desde 2008, los bancos son más fuertes, la inversión está aumentando y las cuentas públicas están en mejor forma”, sin mencionar a la ciudadanía ni los sacrificios que tuvieron que hacer.

Conviene acordarse que las instituciones europeas, con el BCE a la cabeza, defendieron y siguen defendiendo que no había alternativa; que las entidades bancarias que se derrumbaron durante la crisis debían ser rescatadas con dinero público, y así entre 2008 y 2015 esa inyección económica ya se había tragado cerca de 747.000 millones de euros, sumando distintos tipos de paquetes de rescate, recapitalizaciones y otras medidas, y que de todas estas ayudas a la banca, con fecha de octubre de 2016, Eurostat daba por perdidos al menos 213.210 millones de euros, de momento.

Esta cifra es el equivalente al PIB de Finlandia y Luxemburgo juntos, o al gasto anual en servicios de salud en España, Suecia, Austria, Grecia y Polonia, sumados. Esta pérdida corresponde en parte al incremento del déficit, al aumento de pago de los intereses por los rescates, y todo corre a cargo de los contribuyentes de los 28, que siguen escuchando, y en ocasiones apoyando, los argumentos de distintas fuerzas políticas a favor de estas medidas, cuando desde el poder, en el caso de España, el Partido Popular dijo siempre que este rescate no costaría un solo euro al contribuyente español. Las cifras son impactantes, y aunque el Ejecutivo de Mariano Rajoy sigue negando hasta la saciedad la existencia del rescate bancario, un reciente informe del Tribunal de Cuentas cifraba su coste en 60.718 millones, a pagar por el contribuyente español.

A pesar de las declaraciones rimbombantes de Jean-Claude Juncker y compañía, la realidad es que la situación sigue siendo igual de mala. Las diferencias entre los estados miembros son aún notables. En países como Grecia (21,7%), España (17,1%) o Italia (11,1%), el paro es varios puntos superior a la media europea. El panorama es aún más preocupante si hablamos de desempleo juvenil que supera el 45% entre los jóvenes griegos y el 39% entre los españoles. El porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social, 23,1% en la Eurozona, según los últimos datos de Eurostat, sigue estado en valores superiores no sólo a los años que precedieron a la crisis, sino también a las cifras registradas durante la recesión.

Que la recesión todavía no se ha superado lo evidencian también los sueldos, algo que incluso el presidente del Banco Central Europeo (BCE) reconoció hace apenas unas semanas. Mario Draghi.

En España los datos sobre este respecto son elocuentes. Según la última Encuesta Anual de Coste Laboral del INE, el salario anual bruto por trabajador se redujo un 0,3% en el último año, hasta situarse en los 22.771 euros, a pesar de que en ese mismo periodo la economía creció más de un 3%.

Además, desde 2008, que es el primer año del que existen datos y cuando la crisis ya estaba golpeando con fuerza, el crecimiento de los sueldos asciende a exiguo 5,2%. En cambio, la inflación ha repuntado más de un 10% en el mismo periodo, por lo que la pérdida de poder adquisitiva es manifiesta.

A lo que hay que sumar, la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones, la falta de ayudas a la dependencia. Lo dicho la crisis no ha terminado.

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