Hacía muchos años que no llegábamos a mediados del mes de Agosto sin alarmas internacionales de salud pública activas y en pleno apogeo mediático. De estas que nos hacen enfermar a todos independiente de su nivel de gravedad y de las probabilidades de llegar a afectarnos.
Por la vía de la ciencia o de la Agencia, la impericia de los comunicados oficiales o la gestión de la información, tienen la habilidad de preocuparnos intensamente en nuestras actividades cotidianas. Como si de repente nuestra salud se pusiese en peligro absoluto. En este caso, por la presencia de insecticidas prohibidos para uso alimentario en los huevos belgas, distribuidos, hasta la fecha, en 13 países. ¿Quién no come huevos de forma habitual?
El verano pasado el protagonismo se centró en el Zika. Peligraron hasta los Juegos Olímpicos. Recordamos como si fuera ayer la amenaza de la gripe aviar, la intoxicación por dioxinas de pollos, también belgas, la crisis de los pepinos alemanes infectados por la esterichia coli que a toda costa, las autoridades alemanas, nos querían encasquetar a los españoles.
Probablemente, la más difícil de interiorizar, para ser precisos, la más difícil de digerir, sea la capacidad carcinogénica del consumo de carnes rojas o tratadas. ¡Ahí va esta!, a pelo.
Bromas aparte, podemos estar contentos de que los órganos reguladores y las agencias de salud velen por nosotros hasta cuando descansamos.
Y a disfrutar de forma saludable del verano…, o de lo que queda de él. Buen finde.





