Llama mucho la atención lo mal que encajan distintos sectores del PP balear la cada vez más reiterada presencia de José Ramón Bauzá en actos públicos en las islas, especialmente en Mallorca. Y cuando hablo de malestar en distintos sectores del PP incluyo en ellos a los que ocupan despacho en la sede de Palau Reial. Que se sepa.
Su presencia molesta, y mucho. Molesta tanto, que hace pocos días se escuchó a un representativísimo miembro del partido espetar. "No s'en podria anar a fer un fill i deixar-nos tranquils?". José Ramón Bauzá no tiene hijos. Un detalle que poco debería importar a quienes andan en esa línea de preocupación por la cada vez mayor presencia de Bauzá por estas tierras. Está claro que lo quieren entretenido y cuanto más lejos mejor.
Resulta muy ilustrativo observar que algunos de los que denostan al expresidente que perdió las últimas elecciones autonómicas son los mismos que, cuando están junto a él, se reconvierten y traducen su malestar en besos, sonrisas y abrazos. Quien firma este artículo ha llegado a ver aplausos.
Entiendo que Bauzá no dimitió cuando le tocaba dejarlo, que esperó demasiado y que se fue de mala manera. Entiendo también que debería estar agradecido a su partido porque la salida como Senador autonómico es una buena salida para él. Considero también que el expresident debería alejarse de la 'pelea' interna por el poder. Dicho esto, José Ramón Bauzá tiene familia, negocio y residencia en Marratxí. Bauzá trae a las islas a altos cargos de su partido y del Gobierno en funciones. Bauzá debería poder acudir -como está haciendo- a cuantos actos le inviten y considere que debe responder con su presencia.
¡Cuánto miedo!





