Días atrás tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a José Antonio Marina en la que afirmaba que la educación no importa a nadie. Así de repente, esta afirmación puede parecer brusca y agresiva. Pero la realidad es tozuda y a pesar de que muchas veces no la queramos ver, es así.
La educación no es que no interese a nadie. La educación no le importa a nadie. Ya no solo a los políticos, sino también a los propios padres. La implicación de estos en el proceso enseñanza aprendizaje de sus hijos no despierta ni la más mínima curiosidad.
La crisis de valores de la que tanto se habló años atrás con la crisis económica de principios de la década pasada, sigue viva. El cortoplacismo en el que estamos instaurados en esta sociedad nos está conduciendo a que algunos sistemas se estén debilitando. Uno de ellos es el educativo.
Me contaban el otro día que en un centro educativo de un barrio obrero de una gran ciudad, el equipo directivo y la tutora de un grupo de primero de ESO convocaron una reunión de padres para analizar los resultados académicos de la primera evaluación, catastróficos, por cierto; y la convivencia y disciplina en el aula ya que en ese grupo se habían producido diversos episodios de insubordinación de alumnos hacia profesores. A la reunión tan sólo asistieron en cuarenta por ciento de las famílias cuando el noventa había confirmado su asistencia. Del cuarenta por ciento que asistió, un treinta por ciento eran famílias de alumnos con buen comportamiento y buenos resultados académicos.
Así pues, este ejemplo demuestra que la afirmación de Marina es totalmente cierta. Pero, ¿qué podemos hacer para revertir esta situación? Cambiar las dinámicas de la sociedad lanzando mensajes subliminales diferentes de los que estamos lanzando ahora mismo a través de los medios de comunicación y de los discursos políticos.
Son muchos millones de euros los que se invierten en educación año tras año y unas cuantas generaciones de jóvenes no los están rentabilizando. No debemos olvidar que el sistema educativo está inter-conexionado con la sociedad. Si a nuestros alumnos les decimos que estudien porque si lo hacen la sociedad se lo devolverá con un buen empleo, no podemos no cumplir con la palabra dada. ¿Y qué está pasando en estos momentos en España? Los jóvenes que se forman y estudian cuando salen a buscar un empleo, ¿qué se encuentran? La mayor tasa de paro juvenil de Europa. ¿qué estamos transmitiendo a los que siguientes? No hace falta que estudie porque no voy a encontrar empleo; no hace falta que estudie y me esfuerce porque me van a promocionar de curso. Y, ¿dónde acaba esta situación? Empeorando no solo las estadísticas de titulaciones, las estadísticas de empleo, de renta per cápita; sino también empeorando el clima y la convivencia del país. Creamos personas dependientes del Estado para sobrevivir a golpe de subvención y desvirtuando la esencia de la concepción de Estado y de los principios de igualdad y equidad.
Únicamente necesitamos a alguien que le importe y le interese la educación para arrancar el motor de la revolución educativa, poner en marcha el sistema y circular por el camino que nos conduzca al éxito y la excelencia de nuestro capital humano que es con lo único con lo que podemos luchar hoy en día ante el resto del mundo.