Todo apunta a que el ayuntamiento de Palma va a tener que reducir servicios en la EMT. Es evidente que no podemos seguir paseando autobuses vacíos y que hay que poner algo de racionalidad. La compañía pierde 25 millones de euros anuales, 65 mil euros diarios. Pero allí ya están preparándose las armas porque, sea cual sea el recorte, habrá protestas e, incluso aunque no haya viajeros, encontraremos siempre quien diga que “por favor, no me quiten el bus”. La EMT, como todo el sistema de transporte de Palma, necesita ser repensada, reordenada y reformulada bajo criterios racionales, expertos. Hoy los recorridos y los servicios, salvo los consolidados, son desastrosos. Hay líneas solapadas, buses vacíos, servicios para muy pocos viajeros. Incluso la estructura interna es un caos, derivada de años sin una línea clara que, como siempre, es aprovechada por los sindicatos. Claro que todos tenemos derecho al transporte público, pero hay que pensar bien qué se hace, para ahorrar. Eso exige trabajo, que para que sea eficaz debe ser experimentado, debe copiar lo que se hace en otros lugares, debe ser inteligente. En lo que queda de año, empezará la batalla.
