El calendario lúdico de estas fechas en Mallorca está marcado por les fires de Tardor. A quien no le de pereza dejar el coche a siete leguas del centro y caminar tal que sardina enlatada, tiene una manera muy entretenida de divertirse en las soleadas mañanas de domingo autumnal.
A las ferias que basan su prestigio en su antigüedad (Inca y Llucmajor), se le han unido a lo largo de los años otras que se hacen hueco explotando alguna especialidad, normalmente gastronómica. Así pues, nos encontramos con la Fira de s’Esclatassanc, Fira Dolça, Fira des Botifarró, Fira de la Sal i les Espècies, Fira de s’Albercoc, Fira de les Vaques, Fira de les Flors, Fira de sa Mel, Fira de l’Oli, Fira d’Antiguitats … aunque las que más me llaman la atención son las autodenominadas “pagesa”, “artesanal” o “medieval”.
Y me llama la atención porque el hábito no hace al monje, y por mucho que se quiera denominar “pagesa” o “medieval”, no siempre lo que se muestra y vende hace honor al nombre. Para empezar, muchos organizadores piensan que con pedir a los feriantes que se vistan “de payés” ya tenemos la cuestión resuelta, cuando lo que vemos son multitud de jerseys negros, faldas mal cosidas y sucedáneos de rebosillos sobre el cuello que, además de ir contra todo sentido de la estética, en absoluto hacen honor al vestido tradicional mallorquín. Flaco favor le hacemos a nuestras tradiciones si las pervertimos de una manera tan burda.
Tampoco podemos afirmar que sea muy tradicional mallorquín muchas de las muestras de artesanía y gastronomía que se dan cita en las fires. No tengo nada en contra de los chiringuitos de comida alemana o contra los puestos de nubes de azúcar, pero luego que no me vendan que eso es una feria payesa.
En los dos aspectos mencionados (indumentaria y oficios) que se de carta de naturaleza a según que muestras lo único que hace es violar el trabajo riguroso y científico que ya se ha hecho en Mallorca. Por una parte, tenemos a agrupaciones de ball como Sarau Alcudienc, Aires Sollerics o s’Estol des Gerricó -entre otros- que han realizado interesantes trabajos de investigación sobre la indumentaria mallorquina que deberían de ser de observancia general, y por otra, existe el Repertori d’Oficis Artesans de les Illes Balears de la CAIB que marca de manera clara cuando podemos calificar a alguien como “artesano”.
Por lo expuesto anteriormente, pediría a los organizadores de las ferias que se abstengan de dotar a las mismas de según que nomenclaturas si no son fieles a las mismas, más que nada para evitar confundir más al personal.





