La decisión de los plenos de los Ayuntamientos de Manacor y Costitx, uniéndose al de Inca, declarando la bandera cuatribarrada como símbolo de interés local deja contra las cuerdas la Ley de Símbolos del Govern. Cuando sólo faltan unos días para que esta controvertida norma entre en vigor, entraría de lleno en el absurdo que en una escuela de Mallorca se pudiera colgar el lazo de las cuatro barras mientras que a poca distancia, en otro término municipal, su director fuese castigado con 10.000 euros de multa. Difícilmente un tribunal podría admitir esta situación, de compleja concepción en una sociedad democrática.
Bauzá y su Govern han intentado impulsar una norma que evitase la politización de escuelas e institutos. Hay que comprender la esencia de esta iniciativa, basada en conseguir una estructura docente alejada de la pugna ideológica del momento. Pero el posterior desarrollo de la norma no ha estado a la altura de la idea originaria. Baleares lleva a sus espaldas cerca de ocho siglos de símbolos, asentados y enraizados, intocables para decenas y decenas de generaciones.
El homenaje en Palma a la enseña cuatribarrada de Jaume I es la conmemoración civil más antigua de Europa. Este Estendard representa unos valores culturales y lingüísticos que se encuentran muy por encima de filias y fobias políticas del momento. Las coyunturas pasan, los símbolos permanecen. Igual que los valores. La libertad de expresión estará siempre muy por encima de procatalanismos o anticatalanismos fruto de una determinada época.
Las leyes se hacen para regular el buen funcionamiento social, no para crisparlo. Se hacen para regular las reglas del juego en común, no para que en Marratxí, por ejemplo, sea punible a partir del próximo lunes el que en Manacor o Inca es en principio perfectamente legal. O lo que es más absurdo: que tenga castigo un lazo que se cuelgue en un edificio del Govern y no lo sea si se coloca en un inmueble municipal.
No basta la buena fe para hacer una norma. Es necesario que esta norma abarque por los cuatro costados la realidad que intenta regular. Sólo así se pueden superar las situaciones absurdas.
