La mano negra de Armengol

Es realmente inaudito que la presidenta del Govern, Francina Armengol, pretenda hacer creer que nada ha sucedido y que todo el revuelo formado como consecuencia de los contratos otorgados por Més a su jefe de campaña, Jaume Garau, ha quedado superado tras la dimisión de la consellera de Transparencia, Ruth Mateu.

Armengol pretende colar tan peregrina teoría sin que los grupos políticos y la ciudadanía hayan tenido la oportunidad de escuchar y valorar las explicaciones que el vicepresidente del Govern, Biel Barceló, y el conseller de Agricultura, Vicenç Vidal. Además, saca pecho de la firmeza con que se ha actuado, obviando que aún hay miembros de su Ejecutivo bajo sospecha y a quienes ella encubre descaradamente, con la espada de Damocles de una investigación de la Fiscalía y cuando, además, cada día trascienden nuevas informaciones periodísticas que hacen mayor el escándalo e impiden su olvido, como ella quisiera.

La líder del PSIB vive fuera de la realidad porque niega la crisis y lo que todo el mundo ve: la profunda división entre los firmantes de los Acords pel Canvi, escenificada con la salida del Ejecutivo de Més per Menorca con acusaciones muy graves de deslealtad del Govern hacia esta formación, de haber sido utilizados como ‘cabeza de turco’ y de no haber sido consultados a la hora de afrontar la situación derivada del escándalo originado por los contratos al gurú electoral de Més per Mallorca.

Pero llegados a este punto y dado que Armengol presume de seguir presidiendo un Govern fuerte, cohesionado y ejemplar a la hora de asumir responsabilidades políticas, cuando resulta evidente que nada de esto es así como ella pretende hacer creer, procede preguntarse quién ha originado esta situación y a quién beneficia. Quid prodest?.

Fue el PSIB y la mano negra de Armengol quien filtró las informaciones relativas a Garau

A la primera pregunta ya respondió la diputada del Grupo Mixto Montse Seijas, al afirmar acertadamente que fue el PSIB y la mano negra de Armengol quien filtró las informaciones relativas a Garau a un periódico determinado, para acabar beneficiándose de la crisis originada, que debilita sobremanera a Més per Mallorca y también a Més per Menorca.

Además, el PSIB se ha hecho con el control del departamento de Transparencia, que ha pasado a ser gestionado por la Conselleria de Presidencia al frente de la cual está Pilar Costa. No deja de ser paradójico que después de lo sucedido con el cese del director de la Abogacía de la Comunidad Autónoma, ahora sea la responsable de aquel desaguisado la que asuma Transparencia, un área que mal podría alguien con semejante perfil gestionar adecuadamente.

La expresidenta del Consell de Mallorca recurre a sus viejas artimañas para hacer ver que nada sucede, pues a falta de logros reales con que sustanciar su gestión, se centra en culpar al Gobierno central y a sus antecesores de su propia incompetencia. Pero tan burdos argumentos ya no cuelan en una ciudadanía que comienza a percibir la arrogancia de la inquilina del Consolat de Mar. Su falta de conexión con la realidad, su incapacidad para dirigir un Ejecutivo multipartito que conforme quema meses de legislatura, acentúa sus diferencias y sus enfrentamientos internos, y que vive de rentas gracias a la recuperación económica sobre la que no tiene ninguna responsabilidad, lo que no le ha impedido incrementar notablemente la presión fiscal a todos los ciudadanos, son los méritos que atesora.

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