La mujer, botín de guerra (1)

La utilización de las mujeres como botines de guerra es una constante en toda la historia de la humanidad, y cuya historia se entronca con la de nuestros primeros padres prácticamente.

"Al vencedor le pertenece el botín" ha sido un grito de guerra desde hace siglos, y las mujeres eran y son aún clasificadas como parte del botín de guerra, y además la violación de guerra ha sido minimizada  como un efecto secundario, pero inevitable, derivada de enviar hombres a la guerra. La violación de guerra en el pasado ha sido considerada como un recompensa perceptible a los soldados (los cuales eran pagados de manera irregular), y como prueba de su masculinidad y éxitos, consideración plenamente vigente en nuestros días. Una de las razones de la preponderancia de la violación de guerra es que los círculos militares de siempre han defendido la idea de que todas las personas, incluyendo mujeres y niños desarmados, forman parte del enemigo, y como beligerantes la conquista de derechos sobre ellos es considerada lícita.

Los antiguos griegos ya consideraban la violación de la mujer en el transcurso de una guerra como una "una conducta socialmente aceptable y dentro de las reglas de la guerra", y los guerreros consideraban a las mujeres conquistadas como un "botín legítimo, útil como esposas, concubinas, empleadas como esclavas o como un trofeo en el campamento de batalla".

En la Edad Media, las leyes de la guerra, incluso consideraban las violaciones de las mujeres en el transcurso de una guerra como un indicador del éxito de un hombre en el campo de batalla y las oportunidades de  violación de mujeres y el botín económico se encontraban entre las pocas ventajas abiertas a los soldados, que eran pagados con gran irregularidad por parte de sus líderes. Por lo que el triunfo sobre las mujeres mediante la violación se convirtió en una forma de medir la victoria, que formaba parte de la prueba de la masculinidad y el éxito de un soldado, una recompensa real por los servicios prestados, una recompensa real de la guerra, situación que no por repetida deja de ser absolutamente actual.

Durante la guerra y los conflictos armados, a lo largo de toda la historia, la  violación se ha utilizado como un medio de guerra psicológica con el fin de humillar al enemigo y para minar su moral. Las violaciones de guerra son, muchas veces, sistemáticas y exhaustivas, y los líderes militares en realidad incluso incentivan a sus soldados hacia la violación de civiles, hombres, mujeres y niños.

Las violaciones de guerra pueden ocurrir en una variedad de situaciones, incluidas la esclavitud sexual institucionalizada, las violaciones de guerra asociados a batallas específicas o masacres y los actos individuales o aislados de violencia sexual. Las violaciones de guerra también pueden incluir la violación en grupo y la violación con objetos.

En cualquier caso lo que da significado a estas violaciones es el de limpieza étnica o genocidio selectivo, o sea la destrucción de los lazos de la sociedad civil, o sea la destrucción de la propia cohesión de la sociedad civil rival.

La humillación y la violación de la mujer del “enemigo” sea este quién sea, en estado de guerra adquiere desde siempre el significado de la humillación y violación a la totalidad de la nación rival. Entran además las diferentes significaciones que se atribuyen a las mujeres básicamente como útero de la nación, es decir, la responsable de la perpetuación de la nación (mediante la reproducción de los integrantes de la nación, entre ellos también a los  soldados que tendrán disponibles) y por otra como el núcleo de la nación, por lo que debe permanecer pura , honesta, comprometida con la familia, que se rompe si es violada.

Las violaciones de guerra no son la excepción, sino la regla general que se apoya en el odio étnico y la supremacía masculina, elementos que se encuentran en la base ideológica de los militares y de la guerra, las mujeres son las que reciben los ataques más brutales de las tropas, sin que históricamente no se salve un solo ejercito a lo largo de la historia, y eso aunque formen la mayor parte de la población civil y sin tener ninguna participación, ni vinculación en las decisiones y la planificación militar.

Partiendo de una práctica generalizada y sistemática, la violación y la esclavitud sexual, son ahora  reconocidos   por la Convención de Ginebra del año 1.951 como crímenes de lesa humanidad y genocidio. La violación también está ahora reconocida como un elemento del delito de destruir, en todo o en parte, a un grupo específico. Sin embargo, la violación sigue siendo generalizada en las zonas de conflicto.

El Estatuto de Roma  que entró en vigor el  primero de julio de 2002. en un Memorandum Explicativo, que define la jurisdicción de la Corte Penal Internacional, reconoce la violación, esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzoso, la esterilización forzada, "o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable" como crímenes contra la humanidad si la acción es parte de una práctica generalizada o sistemática.

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