Desde la perspectiva del centro-derecha el 26J ha dejado claro que los españoles desean este espacio ideológico unificado, renovado, y con principios y valores claros. El más claro ejemplo de esto es la caída de Ciudadanos. El actual partido de Albert Rivera poco tiene que ver con aquel que basaba su acción política en la defensa valiente de firmes principios constitucionales. Ahora prima la indefinición ideológica y el perfil bajo para pactar con izquierda o derecha según convenga para acceder al poder. El infumable pacto firmado con el PSOE de Pedro Sánchez y Francina Armengol, junto a la renuncia a aquellas propuestas que distinguían al que fue un proyecto ilusionante como la reforma del insostenible estado autonómico, la democracia interna en los partidos, o la libre elección de lengua en comunidades como la balear, han hecho que la formación de los Pericay, Navarro, Bauzá (Josep Lluís), pierda apoyo, aún sin haber tenido responsabilidad de gobierno, mostrando su incapacidad para ser el referente del votante desencantado de centro-derecha, único espacio ideológico donde consigue arañar votos.
El electorado ha dado claras señales de demandar un centro-derecha regenerado al que se pueda votar con ilusión, y por principios, y no por miedo a la extrema izquierda populista. El resultado electoral constituye una oportunidad para abordar esa regeneración, cuyo único camino es la celebración de un congreso abierto, que será la ocasión para elaborar y definir el proyecto político que necesita España.
No es con las elecciones de diciembre con las que hay que hacer la comparación, sino con las de 2011 y las anteriores. Comparado con las elecciones de 2011, el PP ha perdido 3.000.000 de votantes, nada menos. Hay que recordar que siempre había recibido entre 9 y 11 millones de votos, y había estado entre el 37 y el 44% de los votos. Sentir euforia por los actuales resultados es cerrar los ojos a una realidad evidente: El del pasado domingo es el peor resultado del PP desde 1993. Y ello es debido a que Mariano Rajoy y su equipo han hecho desaparecer cualquier contenido ideológico.
Con una extrema izquierda que consolida más de 5 millones de votos España necesita una alternativa con un discurso ideológico muy potente. Un discurso alternativo liberal, que lleve a cabo las profundas reformas que necesita el país, que reduzca el insostenible sector público, que reduzca el gasto, y que en territorios donde el separatismo puede crecer a través del adoctrinamiento educativo, como en Baleares, se cuente con sólidos argumentos y voluntad política para combatirlo con firmeza. Algo de lo que la actual dirección popular balear carece absolutamente. Para articular esa propuesta política el PP debería, más pronto que tarde, abrir, primero a nivel nacional y después en cada territorio, un proceso interno de regeneración verdaderamente abierto y competitivo.
Se ha logrado contener al populismo y se ha ganado tiempo. Es el momento de que el centro-derecha trabaje en la construcción de un nuevo proyecto que, bajo un liderazgo renovado y legitimado, ilusione de nuevo para que el votante se identifique con el mismo y no tenga que votar con la nariz tapada por miedo a que los liberticidas asalten el poder.





