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La nueva escuela

viernes 04 de febrero de 2022, 03:00h

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En algunos de mis artículos anteriores ya he apuntado que la transformación del concepto de escuela es un hecho. Y éste viene acompañado de una serie de evidencias sobre las que han empezado a proliferar algunas voces discordantes ya que da la impresión que la escuela se empieza a convertir en un espacio de atención sociocultural lo que vendría a representar un avance hacia la livianidad del propio sistema educativo.

En este sentido, en nuestro país, comunidades autónomas como Cataluña, País Vasco, Andalucía siempre han estado a la cabeza de programas y proyectos educativos innovadores. Precisamente, he leído estos días que en Cataluña a partir del próximo curso van a suprimir los certificados de notas trimestrales. Esta iniciativa no tiene mucho sentido. La ley marca que la evaluación es un proceso y que las familias tienen que estar informadas de este proceso. ¿Qué sentido tiene que se eliminen las notas trimestrales?

Otro aspecto curioso es la nomenclatura que se empezará a utilizar para calificar a los alumnos. “No alcanzado” pasará a denominarse “en proceso”. La semántica es muy importante. Hace unos meses tuve la oportunidad de escuchar una conferencia de Carol Dweck, una experta que he citado también en otros artículos, en la que hace referencia al “not yet” que vendría a ser el no alcanzado del que hablamos. ¿Qué hay de malo en que los alumnos tomen conciencia de que el punto en el que se encuentran es el “not yet”? ¿Estamos ayudando a trabajar su nivel de frustración utilizando juegos semánticos?

Siempre he sostenido que la escuela tiene que evolucionar para adaptarse a la realidad de la sociedad y del mundo del S.XXI. De igual modo, sostengo y defiendo que esto no es directamente proporcional a perder la esencia de lo que de verdad tiene que representar la escuela y el papel tan importante que tiene que jugar para el progreso de las sociedades.

¿Y cuál es la esencia de la escuela? El conocimiento. Y en este instante y hablando de este aspecto, tengo que volver a recomendar la lectura del libro “Escuelas que enseñan” escrito por un inspector de educación, Miguel Ángel Tirado Ramos. En sus páginas el autor defiende, precisamente, esta idea.

Y en este sentido creo firmemente que si no perdemos de vista el conocimiento, el principio del esfuerzo, la tolerancia a la frustración podemos construir una escuela moderna y avanzada que sea una generadora de talentos. Sueño con crear de mi escuela un espacio competencial real donde en lugar de cursos existan niveles de competencia, donde los alumnos estén mezclados y no separados por edad, y donde en esos espacios unos acompañen a los otros porque de este modo estarán mejor preparados para enfrentarse a una sociedad exigente.

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