Salta la noticia relativa a Plácido Domingo y las denuncias a un periódico de una serie de mujeres anónimas y de otra que expresa algunos detalles del acoso sufrido por parte de Domingo. Un comunicado como respuesta en el tono habitual del tenor. Sin embargo, las sentencias saltan inmediatamente; Plácido es culpable de acoso, de machismo, por parte de Sinfónicas o de salas de Opera. Sin duda alguna, ha caído en las garras del feminismo, el cual goza del sagrado don de ir siempre adornada por la veracidad, lo cual implica culpabilidad inmediata por parte del sujeto, hombre heterosexual siempre. Estas dos circunstancias, anonimato y culpabilidad automática, incomprensiblemente surgen de la propia ley, que establece ambas condiciones, sin más requisitos. A partir de ahí, el pánico a no ser “políticamente correcto” invade a organismos, administraciones y personas individuales, conocidas o desconocidas. Tanto, el colectivo feminista, progresista, anti machista y, por descontado, izquierdista, se pueden permitir el lujo de delatar desde el incógnito hechos más o menos concretos, o simplemente, como le sucedió, dice, a una periodista independentista, un “acercamiento” demasiado próximo.
El tiempo trascurrido ― siempre hace muchos años ― no es obstáculo para que el periodista de turno, con el periódico correspondiente, acepte unos testimonios surgidos de una supuesta “investigación” periodística, sin detalle de su arranque. Tanto da, lo importante es acertar con el personaje, sea tenor, se actor, sea político, sea productor. Sin duda, casos los hay que la acusación era más que infundada; la serie espléndidamente protagonizada por Russell Crown, así lo demuestra. Pero el caso del director de la Fox no se asemeja en nada a ese malestar, ese tormento que se dice sufrido, sentimentalmente, hace treinta años por la única mujer que ha dado la cara. Es decir, que no se está gritando contra el acto o insinuaciones o aproximaciones o coacciones, sino que lo denunciado es el sentimiento con el cual ha vivido la mesosoprano durante estos últimos años, que no la ha impedido presumir de su actuación con el repetido tenor. En otras palabras, de repente las denunciantes anónimas o no, han trasladado los sentimientos, sensaciones, angustias del plano personal al plano político, siendo conscientes de que la culpabilidad iba implícita en la acusación.
En gran medida, nos estamos retrotrayendo a siglos pasados, con la vitola de ajustarnos a los tiempos modernos. La Inquisición, también aceptaba denuncias anónimas, iniciaba procesos inquisitoriales con todas las circunstancias históricas, ciertas o falseadas, que la han desacreditado completamente. Pero, hay un matiz que no debe despreciarse; siempre se abría un proceso o una investigación, como mínimo, cual el caso de santa Teresa. En la actualidad, no hay proceso, ni investigación; todos los afectados por denuncia han perdido trabajo, encargos, contratos, incluso familia, por haber visto sus nombres en unos periódicos asociados a un ataque del feminismo. No hace falta dar nombres, están todos en la hemeroteca de digitales o impresos.
Y es que, en el momento en que el T.C. aceptó constitucionalmente que el sexo masculino era culpable, con la obligación de demostrar su inocencia, se acabó la igualdad que tanto se está pregonando en estos tiempos. La carga de la prueba invertida es el derrumbe de la justicia, pero, no lo consideraron así los magistrados constitucionalistas, grandes paladines del feminismo, cargándose siglos y siglos del aforismo legal que expresa que quién afirma es el obligado a demostrar su afirmación, sea la que sea. Es el extremismo de una supuesta defensa discriminatoria del inferior, cuya teoría nos está conduciendo al actual estado de hechos; las pintadas que anuncian “machete al machote”.
Es el extremismo consentido por políticos timoratos y jueces políticamente correctos, con el aliento sarraceno de televisiones y periódicos uno de los cuales ha llegado a denunciar por machista un drama sacro lírico de origen tardo medieval, declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el año 2001, es decir, el Misteri d,Elx , representado desde hace más de quinientos años.
Lo dicho, ellos, los progres se lo pueden permitir todo, hasta montar chiringuitos para colocar a los suyos, como única finalidad, como nos está anunciando la regidora de la cosa igualitaria y trasversal. A ella poco le importa que le acusen de adoctrinamiento, pues de eso se trata, de adoctrinar a la infancia en el nuevo orden mundial en el cual, todo es posible, todo es relativo, todo es libertario. Todo es libertad menos levantar la voz opinando que ello no es sino una nueva forma de regir inquisitorialmente a la sociedad y en especial a la infancia. En este punto entra en juego, para esos falsos excelsos defensores de la libertad y la democracia, la extrema derecha y sus confluencias, ya que ellos son los únicos detentadores de la verdad social, histórica y política. Los otros, son una escoria a la cual dejan vivir, siempre y cuando no moleste. Y visto lo visto, comienza a ser muy necesario que se les moleste, hasta lo más hondo de su progresismo doctrinario. No para imponer ideologías sino para impedir que estemos obligados a vivir según las suyas, y para más inri con nuestros impuestos.