Las cifras de accidentes de tráfico con víctimas mortales son inasumibles

El año 2023 finalizó con una cifra de víctimas mortales en las carreteras de Baleares que hace muchos años que no se veía. Se trata de 41 fallecidos, 16 más que en 2022, lo que supone un incremento del 64 por ciento. Este brutal incremento, desde todo punto de vista inasumible, coloca a Baleares en el primer puesto del ranking de comunidades autónomas donde más aumentan los fallecidos en siniestros ocurridos en vías interurbanas en 2023. Desde el año 2017, cuando 48 personas perdieron la vida en accidente de tráfico, no había habido una cifra mayor de víctimas mortales en nuestras carreteras.

Todo lo anterior obliga a un análisis pormenorizado de las circunstancias concurrentes en cada siniestro, de forma que se puedan sacar conclusiones útiles para actuar según proceda. No estamos ante una cuestión que pueda despacharse con lamentaciones y atribuir las dramáticas cifras a la mala suerte. Nada de eso. Es preciso estudiar detenidamente lo que ha sucedido en cada uno de los siniestros más graves que se hayan producido en las cuatro islas, de forma que seamos capaces de identificar los factores sobre los que se puede intervenir para prevenir nuevos siniestros.

Si bien es cierto que en 2023 se constató un aumento de la movilidad en todo el país y también en Baleares, también hay que tener en cuenta que no se percibe una mayor vigilancia en las carreteras por parte de los efectivos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Más bien al contrario. Las cifras apuntan a que han descendido las denuncias por infracciones detectadas, bien por los agentes, bien por los radares fijos, lo que pudiera contribuir a una relajación de la disciplina vial que no ayuda en nada a la seguridad vial.

El volumen de fallecidos en las carreteras de Baleares es alarmantemente alto y exige una actuación decidida por parte de todas las administraciones con competencias en la materia. Si bien es cierto que por parte del Ministerio del Interior se anuncian diversas medidas, dirigidas especialmente a los motoristas, un colectivo especialmente vulnerable y que registra mayor incremento de la siniestralidad, es preciso que las instituciones responsables del mantenimiento de las carreteras, estudien de forma proactiva el modo de mejorar su estado de conservación, su señalización y las medidas de seguridad pasiva, sobre todo en las vías donde se detecta mayor accidentalidad.

Quedarse de brazos cruzados a la espera de que la situación mejore espontáneamente no es una opción, pues la realidad es dramática y exige ponerse manos a la obra. La accidentalidad puede reducirse como sucedió en el pasado y es responsabilidad de todos lograrlo.

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