Las cosas más importantes de la vida...

Las cosas más importantes de la vida no son cosas, son emociones. Esta frase que circula por las redes impresa sobre postales de autoayuda es una verdad como una catedral. No he conseguido averiguar el autor de la misma pero, quien sea, el día que la pronunció estuvo atinado.

Como voy a hablar sobre las cosas más importantes de la vida si esperan ver palabras como Armengol, Picornell, Huertas, Bauzá, Company...puede ir olvidándolo pues les aseguro que los citados y demás que les siguen en comandita no son, ni por asomo, una prioridad para mí. Muy al contrario, como muchos de los ciudadanos, a veces les sufro.

El viernes ocurrió un suceso que me ha tenido en reflexión todo el fin de semana (finde en la versión pseudomoderna) y que ha servido para como punto de partida para clarificar y ordenar ideas. A saber, cuando uno tiene mi edad probablemente ya ha cruzado la frontera de la mitad de la vida y eso obliga a valorar como se encuentra uno de fuerzas, limitaciones e ilusiones y eso es lo que he hecho precisamente el fin de semana (finde por si hay algún lector joven) y la conclusión no puede ser más alentadora.

Después del suceso me he encontrado con más fuerzas que nunca para atacar proyectos, para ver crecer (más) a mis hijos y dedicarles lo más escaso que tengo, tiempo!!! Mucho y de calidad para disfrutar de emociones y ya saben que son las cosas más importantes del mundo.

Tras el suceso me veo con fuerzas de comerme el mundo, y saben una cosa, me lo voy a comer. Cuando empecé en la Abogacía (el mejor oficio del mundo) quería cambiar la sociedad, era ambicioso, hoy veinticinco años después, con más canas y algunas cicatrices por las cornadas de la vida no sé si voy a cambiar el mundo, pero lo que sí sé es que voy a intentarlo más que nunca porque tengo ánimo y fuerzas para ello y si no lo consigo que no sea por no haberlo intentado. Al menos habré aportado mi granito de arena.

El otro día cumplí cincuenta. Lo celebré con las personas más importantes del mundo, faltaban muchos, demasiados, pero los espacios y los recursos son limitados. Fueron momentos de intensas emociones y alguna lágrima, ya saben las cosas más importantes del mundo. Gracias a los que me acompañáis en este precioso viaje que es vivir. Que pasen un buen día.

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