Una cándida es una mujer sencilla, ingenua y sin maldad. Dos cándidas y enfrentadas, se me antojarían como dos leonas a punto de lanzarse sobre su presa. Si analizamos lo que seguro que hoy publica la prensa local, dos mujeres han dejado de ser cándidas para ser candidatas a ser candidatas a la presidencia del Govern balear. Una es de Rubalcaba, la otra de Chacón. Una será la candidata si su líder llega a la candidatura. La otra, lo será si pierde su jefe de filas. Sería cándido afirmar que las dos son muy cándidas al pensar que esto de estar en una la lista lo hace el Comité Electoral? Fíjese el lector, como Bauzá ya ha dicho lo que sabíamos todos: aquí mando yo. Yo seré el candidato y ganaré las elecciones, sea la que sea mi rival. Hay que ser muy cándido para no reconocer que tiene toda la razón. Será el candidato y ganará las elecciones, él y su partido. Aquí y en toda España. Si el PSOE no se lo impide. Así, bienvenida sea la apertura de la pre-campaña electoral. Con el anuncio de Aïna Calvo, empieza la batalla. Armengol ya está llamando a los de Palma para saber qué ha pasado. Sus relaciones muy formales, pero muy frías con su contrincante, le han impedido saber de las reuniones a manteles y gintónics que, desde el verano, ha mantenido la Vieja Guardia de la Rosa, a la búsqueda de apoyos, acuerdos y promesas no escritas de reparto de sillas y de áreas de responsabilidad en los tres gobiernos. Qué cándida es la gente. Nunca aprende. Por cierto, cándida es también, el nombre de una de las enfermedades venéreas más comunes. Se pilla por contacto. Y solo tiene un remedio: mucha cremita y mucha paciencia.
