Las pensiones en el aire

Las pensiones en el aire Las pensiones son poderosas herramientas de cohesión social. Sin duda el puntal más sólido sobre el que se sustenta el estado de bienestar. De hecho, sin su efecto moderador, el impacto de la crisis laboral y financiera que nos está asolando tendría efectos devastadores. Han sido el verdadero salvavidas de los núcleos familiares más frágiles. Sin su contribución podría haberse deteriorado hasta la seguridad ciudadana.

En realidad, casi diez millones de españoles tienen derecho todos los meses a una pensión contributiva. Las arcas del estado desembolsan cada año la friolera de 120.000 millones de €.

Y las cifras son obstinadas y testarudas. Mucho menos flexibles que la moral de los políticos que las gestionan. Incompatibles con los delirios de grandeza de algunas organizaciones que aspiran a gestionarlas. Discordantes con los niveles de deuda que sufre el país. El balance de ingresos y gastos deja poco espacio para su mantenimiento a medio plazo. En este mismo sentido, poco o nada está favorecido el año sabático que se están dando las altas instituciones del Estado en sus obligaciones se sanear la economía y aprobar unos presupuestos realistas.

El problema radica, esencialmente, en que la reducción del número de cotizantes. Un millón menos que hace una década. Y en el número de beneficiarios. Dos millones más en los últimos diez años. Los ingresos muestran una tendencia a la baja desde el 2008. Además, la tímida recuperación económica del último bienio empieza a mostrar signos de debilitamiento. En este espacio temporal de desaceleración, la nómina de las pensiones se ha incrementado en un 50%. En más de 30.000 millones.

El horizonte internacional es muy diverso y variopinto. Mientras países como Grecia o Portugal han sufrido devaluaciones de las pensiones de dos dígitos, algunos estados han sido capaces de redefinir su sistema productivo, han disminuido la burocracia y se han mantenido en la senda del crecimiento.

Quedan muy bonitos y ocurrentes los juegos de banderas, la confusión entre los sueños y la realidad, las excursiones siderales, las declaraciones provocadoras y rimbombantes, incluso las explosivas muestras de amor entre sus señorías, pero probablemente ya va siendo hora que se abran las luces y se acabe la función.

Afrontar con valentía la reforma y modernización de los mecanismos de ahorro y previsión ya no es una opción, es una urgente y evidente necesidad.

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