El título de este artículo refleja, según mi modesta opinión, la expresión más fatalista que rodea el viaje humano. Me place ofrecerles mi versión particular sobre cuatro aspectos que interpretan, de alguna manera, el objeto de esta ley no escrita pero real como la vida misma.
Nadie llega a nuestras vidas por casualidad; todas las personas que nos rodean están ahí por algún motivo. Algunas existen para hacernos aprender, otras para hacernos avanzar y otras, simplemente, para fastidiar.
Lo que nos sucede es la única cosa que podía habernos sucedido: no hay más mandangas. Nada, absolutamente nada de lo que nos ocurre en nuestras vidas podría haber sido de otra manera; ni siquiera el detalle más insignificante. El burdo comentario “si hubiera hecho tal cosa hubiera sucedido tal otra…” entra en el mundo del absurdo. La auténtica verdad es que lo que nos pasó fue lo único que podía haber pasado. Y punto pelota, como diría Aznar. Las distintas y diversas situaciones que nos suceden a lo largo de nuestra vida son lo que son, es decir, perfectas; otra cosa es que nuestra mente o nuestro ego se resistan, no quieran aceptarlo o lo rechacen sistemáticamente.
Cualquier momento que comience es el momento correcto; todo se inicia en el momento indicado, ni antes ni después. En el instante en que algo se pone en marcha, indefectiblemente, este algo se realizará sin ningún género de dudas. Aquello de que en la vida el tren solo pasa una vez es una falacia inaguantable y ridícula: el tren pasa cuando tiene que pasar y no hay nada más que hablar.
A su vez, cuando algo termina, termina. Simplemente, así de fácil. Lo que acaba en nuestras vidas es a favor de nuestra evolución (la humana, claro); por lo tanto, es mejor dejarlo correr y no darle más vueltas. Hay que seguir adelante, seguir circulando y avanzar enriquecidos por esta experiencia.
Estoy seguro que no es casual que ustedes, lectores digitales, estén leyendo este escrito; si este texto ha llegado a sus vidas – y sobre todo si lo están leyendo- es porqué todos, ustedes y un servidor, estamos preparados para comprender que ni un solo copo de nieve cae en un lugar equivocado.
¿Vale?