La Línea Maginot fue una línea de fortificación y defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial. La construcción no evitó la derrota de Francia al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en el año 1940. Seguramente la construcción de la Línea Maginot sea el mayor fracaso de un esfuerzo colectivo titánico en todo la historia de la humanidad. Un gran fracaso que ni sospechó el giro estratégico militar que se iba a producir en la siguiente guerra, que la guerra de trincheras, de posiciones estáticas iba a dar paso al uso de tanques y aviones, a la Blitzkrieg, la guerra relámpago.
Hace dos años visité el Fuerte de Schoenenbourg, uno de los principales destinos turísticos del País de Wissembourg y del Parque Natural de los Vosgos del Norte, y la obra más importante de la línea Maginot abierta al público en Alsacia, que cuenta con todos sus equipamientos originales y es el único que está totalmente registrado en el inventario complementario de monumentos históricos.
Pues bien, todos los analistas políticos han celebrado los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado domingo en Francia como una victoria de una nueva Linea Maginot contra el fantasma del racismo y la xenofobia que está recorriendo Europa.
¿Es acertado este análisis?, ¿Está Europa a salvo del incremento del racismo, de la xenofobia, de romperse en mil pedazos?, o esta nueva Linea Maginot ¿volverá a repetir viejos fracasos?, ¿es el futuro una Europa a varias velocidades?, ¿está tan extendido el virus de la xenofobia y el racismo, que será ya imposible parar la metástasis?.
Las encuestas en el País galo acertaron de pleno el resultado de las elecciones al contrario de lo que ocurre en España que no aciertan ni una, y aquí se me ocurren varias preguntas al efecto: será porque ¿son mejores los encuestadores galos que los españoles?, o será porque ¿los encuestados españoles mientes más que respiran?, y así salen las encuestas.
Han pasado a la segunda vuelta electoral o balotaje:
Emmanuel Macron un socioliberal exministro de Economía con Hollande líder de “En Marcha”, un ex banquero con Rothschild defensor de una Europa “de varias velocidades”, el único candidato que propugnaba mantener el déficit por debajo del 3%, que pretende instalar un seguro de paro universal para los empresarios, los agricultores o los autónomos, una jornada laboral flexible, disminución del número de empleados de la Administración en 120.000 y bajar el impuesto de sociedades a los empresarios del 33,3%, hasta el 25%, suprimir las cotizaciones por sanidad y desempleo que el trabajador paga y una jubilación “a la carta” que varíe en el número de años según el caso de cada persona, que ha prometido reducir el gasto público en 60.000 millones de euros, aproximadamente el 3% del PIB de Francia, durante los próximos cinco años a través de un recorte de los gastos de la Administración de 25.000 millones de euros y una disminución 15.000 millones del gasto en seguros sanitarios. Los 20.000 millones restantes provendrían de reducir el presupuesto de las comunidades francesas en 10.000 millones de euros y de recortar los seguros por desempleo en otros 10.000 millones de euros, más austeridad.
Y Marine Le Pen (heredera de la extrema derecha francesa) que con un discurso propio de la extrema derecha, se ha centrado en temas marcados por el nacionalismo o la xenofobia, que se ha acercado a los electores de la derecha clásica con medidas populistas relacionadas con Estado del Bienestar, la seguridad y las libertades públicas, y que ha propuesto la celebración de un referéndum para romper abruptamente con la Unión Europea, acabar con el tratado Schengen y tener un control exhaustivo de las fronteras (que se llevaría a cabo con la contratación de 15.000 nuevos agentes y 6.000 funcionarios de aduanas), la ruptura con la Unión Europea se vería “contrarrestada” con un acercamiento progresivo a Rusia.
Pues bien, estos son los dos candidatos, de derecha pura y dura, que para poder salir elegidos en el balotaje deberán hacer de tripas corazón para conseguir los votos de la izquierda.
Izquierda que como la de Jean-Luc Mélenchon líder de “Francia Insumisa”, el único de los grandes líderes políticos franceses que queda por dar consignas de voto a sus seguidores, y que como Marine Le Pen, proponía dar un vuelco total, una ruptura completa con los marcos de referencia que históricamente han definido Francia (Unión Europea, OTAN...), que además, proponía restaurar la soberanía nacional monetaria, combatir “el dumping” social de los productos extranjeros, crear nuevos impuestos favorables a la defensa y producción nacional, apoyar a los trabajadores y las empresas nacionales, relanzar la economía nacional y relanzar el consumo popular elevando el salario mínimo de manera sustancial, por lo tanto más cercano a las propuestas de la extrema derecha representada por Marine Le Pen que los de la derecha representada por Emmanuel Macron.





