Lo más íntimo

En castellano o en catalán, los nombres concretos de las diferentes prendas de ropa interior no han sido nunca, reconozcámoslo, especialmente sugerentes. Sin ir más lejos, ahí están los «calzoncillos», las «bragas», las «fajas» o los «sostenes» para apoyar con argumentos casi irrebatibles nuestra más o menos elaborada tesis erudita y filológica.

Sólo si se designan en francés o en inglés, la cosa parece mejorar un poco, ganando no sólo en elegancia, sensualidad y glamour, sino también, en cierto modo, en suavidad, delicadeza y placer al tacto. Ahí están los «sous-vêtements» o las «culottes» para demostrarlo, aunque esta última palabra no sea quizás tan fina como inicialmente yo creía.

Yo mismo, en lugar de decir que uso calzoncillos de pata, prefiero decir que utilizo «bóxers». El mero uso de esa palabra es algo que a veces incluso parece darme una mayor prestancia y atractivo físico, algo que quizás no ocurriría si llevase «slips», unas prendas que, por otra parte, siempre me han parecido tal vez un poco demasiado ajustadas.

Cuando yo era niño, las prendas de ropa interior solían encontrarse casi exclusivamente en las mercerías, y además colocadas en un lugar muy discreto, presumiblemente para intentar evitar posibles pensamientos pecaminosos o impuros a quienes pudiéramos encontrarnos en esos instantes comprando botones o cordones para los zapatos.

La misma discreción que había entonces en las tiendas la había también en el vestir cotidiano, pues era impensable que paseando por Palma uno pudiera siquiera intuir o entrever en los recatados viandantes alguna de sus prendas más íntimas o, en algunos casos, incluso la ausencia de ellas. Casi justo lo contrario de lo que pasa ahora.

Otra particularidad de los tiempos presentes es que para conocer hoy las últimas o más tentadoras novedades en lencería y en ropa interior, ya no hace falta que uno pase necesariamente por delante de un sex shop o de alguna tienda de lujo. A veces es suficiente con que uno se siente en un selecto café o acuda a un acto social de postín.

En ambos espacios y en otros igualmente sofisticados es posible vislumbrar —lo quiera ver uno o no— el color o el material de las prendas íntimas que portan algunas de las personas allí presentes; unas personas que parecen haberse gastado además una auténtica fortuna en ropa interior, o como mínimo las pagas extra de julio y de diciembre.

Esa cuidadísima estética interna vendría a ser a veces como una especie de prolongación de una estética externa igualmente muy cuidada, que en algunos casos puede ser además extremadamente atrevida. Así, resulta hoy cada vez más habitual ver en trajes, vestidos o complementos la presencia de arneses, tachuelas, pinzas o cuero negro.

A veces parecería como si sólo faltasen ya la fusta, el antifaz o los grilletes para disponer del kit de seducción completo, aunque, muy probablemente, algunas de aquellas personas tengan desde hace ya tiempo el kit íntegro con todas las piezas bien limpias y desinfectadas, tal vez en el coche, en la oficina, en el dormitorio o en el salón de casa.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias