Los árbitros no son tan malos

Siento un enorme respeto por los árbitros de fútbol. Como en cualquier profesión o actividad hay quien la domina, igual que se equivoca e incluso aquellos que todo lo hacen mal. En este aspecto no observo ninguna diferencia. También sé que no todos son honestos, como tampoco todos los abogados, jueces, médicos y hasta sacerdotes lo son. Y por supuesto no gozan de inmunidad ante las debilidades más comunes del hombre, por lo que sufren inexcusablemente las presiones del entorno. Pero siempre les defenderé porque su labor es muy complicada, apenas tienen décimas de segundo para tomar sus decisiones y saben que si cometen algún error que afecte a equipos de campanillas van a permanecer semanas en el ojo del huracán de los medios de comunicación.
La televisión no les ayuda en absoluto, por el contrario magnifica sus fallos. No he escuchado a un solo narrador o comentarista justificar el ángulo de visión del colegiado ante una acción determinada, ni la falta de ayuda por parte de los propios jugadores, artistas del engaño, o lo complicado que resulta pitar una cosa u otra en contraposición al vídeo que sus analistas ven un montón de veces. Es un asunto sobre el que se podría debatir durante horas sin que, probablemente, llegáramos a un acuerdo.
Esta semana los futbolistas del Mallorca como los del Atlético Baleares se han quejado amargamente de la actuación de quienes dirigieron sus confrontaciones ante el Mestalla y el Hércules respectivamente. Craso error. No pitaron bien, pero ninguno determinó el resultado final reflejado en el marcador. Recuerdo que en una oportunidad en que el Mallorca visitaba al Betis, Iturralde González castigó a los bermellones con un penalti inexistente de Fernando Niño, a instancias del famoso Rafa Guerrero. El gol como producto de ello supuso la victoria local, pero cuando los derrotados acudieron en masa a protestar al director del lance, finalizado el partido, el vasco reconoció: “yo me he equivocado, lo admito, pero ustedes han tenido por delante una hora de juego para empatar o ganar y no han chutado ni una sola vez a puerta”. Algo parecido es lo que ocurrió el domingo en el José Rico Pérez.
La mayoría de tarjetas son evitables. No es de recibo que Abdón y Alex López acumulen ya entre ambos once amonestaciones en doce jornadas, casi todas ellas por pura insensatez. Un problema a resolver antes de que a ambos se les tome la matrícula. Tampoco pretendamos que la flor y nata arbitral milite precisamente en Segunda B o en tercera división.
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