Sobre las intervenciones en la Autoridad Portuaria por supuestos contratos amañados me enteré a través de una emisora de radio muy próxima al actual poder. En la crónica dejaban muy claro que lo que se investigaba tenía que ver con la pasada legislatura, con la "nefasta etapa" de Matas y el PP. Todo parecía indicar que era otro escándalo de la pasada legislatura y que acabaría pagando los platos rotos algún militante del PP, pero casualmente acudió a declarar ante la Policía Francesc Triay, actual presidente de la Autoridad Portuaria, y durante muchas legislaturas portavoz socialista en el Parlament. Antes, Joan Verger recordaba que Francesc Triay había bendecido y firmado el supuesto contrato amañado que se investiga, lo que daba un giro a la historia. Mientras, Antich defendía la inocencia y honorabilidad de Triay, que es lo que debería hacerse en estos casos cuando se confía en la persona imputada. Ahora bien, ¿qué hubiese dicho el mismo PSOE si los imputados sólo fuesen del PP? Pues que la corrupción era habitual en la pasada legislatura, que el PP es un partido de corruptos, e invitarían a Bauzá a hacer más limpieza en las filas populares. Los discursos sobre corrupción no se deberían hacer desde un punto de vista partidista. El PSOE nos intenta hacer creer que sus imputados son mejores, los más honrados, y los más buenos, pero a estas alturas de la película deberían buscarse argumentos más sólidos porque hay cosas que los ciudadanos no se tragan.





