Francina Armengol le ha declarado la guerra a George Clooney porque dice que va a prohibir las capsulas de café desechables. Si es que nos buscamos enemigos hasta en Hollywood... Y no hace falta irse tan lejos. Seguimos empeñados en destruirnos los unos a los otros sin salir de —como dice la presidenta— «nuestro pequeño país». Pequeño en tamaño, gigante en malicia, somos como islas-vesículas que flotan en un mar de bilis.
La izquierda que nos gobierna –PSIB-PSOE y Més per Mallorca— y la que no gobierna pero molesta —Podemos— han decidido que el mantra de cara a las elecciones autonómicas de 2019 es: «la culpa de todo es de la corrupción del PP». Y en propagar tan novedosa idea andan ululantes como cafeteras arrojadas a las llamas del infierno. Lo primero que han hecho esta semana es nombrar a Jaime Far como el flamante jefazo de la oficina anticorrupción. Esa oficina no va a funcionar, va a ser un nuevo brazo político de la progresía y supone un dislate y a mi entender una clara malversación de dinero público.
A ver, no somos niños de teta: ¿de verdad alguien se cree que la oficina va a investigar la corrupción de todo el mundo o solo de aquel que se le señale? ¿Acaso nadie sospecha que la sola mención de que un partido puede ser investigado por una oficina que carece de atribuciones legales para ello tendrá consecuencias electorales? ¿En qué lugar queda la Fiscalía? Y además, la han planteado sin coger siquiera la calculadora y hacer unos números elementales. Económicamente es inviable.
Del presupuesto de medio millón de euros hay que quitar, de momento, los 95.000 que cobra Far más sus retenciones de la Seguridad Social: 126.350 euros. Habrá que alquilar un local en el que quepan quince personas trabajando. Imaginemos que encontramos algo que nos pueda salir a 1.000 euros mensuales con agua y electricidad incluidos —es mucho suponer, pero les recuerdo que es un cálculo así, por encima—. 12.000 euros más. Esta gente necesitará ordenadores y teléfonos móviles. Supongamos una amortización a tres años de unos 9.000 euros, 3.000 por año. Impresoras, consumibles y material de oficina lo contaremos a la baja en unos 300 euros mensuales, 3.600 euros al año. Para ahorrar los vamos a poner a ir andando a todos los sitios y además no van a cobrar ni una miserable dieta. Eso estaría bien, pero aquí hay mar de por medio y de vez en cuando habrá que ir a Ibiza o a Menorca. Añadamos una exigua partida de 4.000 euros en concepto de desplazamientos, kilometraje y algún tíquet del desayuno. Todo esto nos da 144.950 euros anuales. Y para nada es un cálculo exagerado. Nos quedan 355.050 para contratar a los 14 hombres y mujeres de Eliot Ness. Si a dicha cantidad le quitamos el 33 por ciento de pago obligado a la Seguridad Social, podemos destinar a sueldos 224.483 euros. Si todos cobran igual, les sale un sueldo de 16.034 euros brutos anuales, en doce pagas con las extraordinarias prorrateadas van a cobrar la friolera de 1.336 euros menos el IRPF que les corresponda. En el mejor de los casos su neto a percibir rondará los 1.200 euros al mes.
Los pobretones de Eliot Ness no van a cobrar ni la mitad de lo que se lleva un periodista por hacer de asesor del Gobierno, que se levanta unos 42.000 euros al año, 3.500 al mes. ¿Usted se gastaría la jeta para investigar casos de corrupción cuando un tipo que hace notas de prensa cobra más del doble? ¿Celo implacable a 1.200 boniatos al mes? Venga, hombre.
Lo jodido, o cachondo, o acojonante, según se mire, es que Jaime Far asegura que todo el mundo es susceptible de ser corrupto, que nadie está a salvo de corromper o ser corrompido. Pues con la mierda que cobran sus subalternos les van a salir más fáciles de untar que el queso Philadelphia. Vamos, que por veinte eurillos y un bocata de calamares miran para otro lado aunque encuentren un bote de Cola Cao lleno de billetes morados debajo del culo de uno o una de sus señorías, que aquí todos tienen culo y según Far son corruptos en potencia.
¿Y por dónde va a empezar a trabajar Jaime Far? Dice que como la movida de los contratos de Més ya está en los tribunales no se va a meter en el asunto. Bien, de acuerdo. Le propongo un caso en el que se puede marcar un Hércules Poirot de altura. Jaime, por favor, ¿puedes investigar la multiplicación de asesores en la Consellería de Educación? No estaría mal saber si son 100 o 300, cosa que aún no ha aclarado el conseller Martí March a pesar de que se la ha preguntado por ello en el Parlamento. Puedes hablar con Ciudadanos para que te den la documentación de la que disponen y verifiques si el proceso de selección de asesores se ha ajustado a norma. Hasta los del STEI tienen algo que decir al respecto. Investígalo porque huele a prevaricación y malversación. Y March es del PSIB, nadie podrá decir que no eres un tipo independiente.
Más allá del canto de cisne de la oficina anticorrupción, los tres amigos —PSIB-PSOE, Més per Mallorca y Podemos— también han tenido la ocurrencia de proponer una comisión parlamentaria que investigue y audite el impacto que la corrupción ha tenido en la deuda pública de la comunidad. Estiman que 400 de los 9.000 millones de la deuda son fruto de la corrupción. Una vez más le quieren cargar el mochuelo al PP. De lo que no hablan es de qué parte de la deuda se debe a las muy legales subvenciones a los amiguetes. Si la comisión buscara compadreos en lugar de corruptos, el Parlamento acabaría diezmado.
La verdad es que el PP lleva carrerón en la corrupción. No me extraña que le lluevan por todos los lados. Ahora bien, Biel Company debería romper la dinámica de que los del Pacto de Retroceso le intenten colgar del cuello todos los males de las Islas cuando es justo reconocer que él no es el responsable. Y también es justo reconocer que Company —otras veces le he dado collejas, hoy merece el reconocimiento— ha estado hábil al opinar sobre los Premios Ciutat de Palma y señalar que deben ser «un acto de unión». Estos devaluados premios se parecen cada vez más a los aquelarres de la OCB.
En otro orden de cosas —es una muletilla de periodista viejo—, me he deleitado una semana más con la vena jarrai que le sale a David Abril. En relación al Parlamento catalán ha dicho: «es una aberración democrática que los líderes de las fuerzas que podrían conformar gobierno en los próximos días estén encarcelados o en el exilio y no puedan ejercer su derecho a voto como cargos electos al Parlamento de Cataluña». Poco o nada tengo que añadir. Esto nos gobierna. Eso sí que es una aberración.
Los de Més al menos han estado discretos en su paso por FITUR. No es cuestión de que los mercados emisores se enteren de que la responsable del ramo, Bel Busquets, es amiguita de los tarados de Arran y demás «colectivos» de esos que se ciscan en los turistas. Que Més per Mallorca controle Turismo es un sinsentido como que Herodes montara una guardería. Lo mejor que pueden hacer es estarse quietos y no meter el cazo en la gestión turística en lo que queda de legislatura.
Como ya he opinado en otras ocasiones de la degeneración de las fiestas de Sant Sebastià de Palma no me voy a volver a meter en el fregao. Si quieren un buen antídoto a la vulgaridad callejera, les recomiendo Paranormal, el más reciente disco del Sr. Vincent Furnier. Me he hecho con él con algunos meses de retraso y me ha alegrado una semana de virus e infecciones varias, propias y ajenas. Alice Cooper ha vuelto a los años 70 para alegría de muchos. Deberíamos hablar de la decadencia occidental y de cómo un señor nacido en 1948 aún es capaz de grabar discos colosales y de girar por medio mundo mientras los jóvenes son cada vez más flojos y perezosos. Pero esa es otra historia…





