Estamos viviendo momentos tan complejos como insospechados. Resulta inaudito que, en el foro de la soberanía nacional, sea posible escuchar gritos en favor de una república, saltándose la soberanía nacional a la torera. Como también resulta insólito que se insulte al Rey tildándole de fascista, sin que la presidente del Congreso o el candidato muevan ni una pestaña reclamando la aplicación del Reglamento. Y más pasmoso resulta que una diputada del Congreso español se jacte de importarle un rábano la gobernabilidad de la nación española.
Todo ello es kafkiano; el gobierno de la nación española surgirá de unos grupos de políticos que expresan, sin tapujos, su desprecio a España, a la Constitución y a su Justicia, entreteniéndose en llamar al Rey de España fascista. Es decir, que, para los socialistas retornados al marxismo, para los neocomunistas sectarios, los españoles pueden ser descalificados por lo que son, no por lo que hacen. Poco le importa al hombre-mentira esos últimos cuarenta y tantos años de monarquía parlamentaria, en paz y concordia ciudadanas, lo que le interesa en realidad es imponer “su” verdad. Una verdad que está untada por todos sus lados por la mentira y la falsedad.
Y es que, recordar nuestra historia reciente es absolutamente incómodo para el relativismo moral, hedonista e intolerante que respira tanto uno, el marxista, como el socio preferente, el neocomunista, acogido ya por la “maldita casta”. Y tal balanceo de lo abandonado por González, por Guerra, resulta absolutamente apropiado y aceptado por un grupo de seudo socialistas que, visto como pelaban las barbas a sus antiguos colegas, se aferran al líder porque, si no siguen, no tienen donde caerse muertos.
Ahí está la portavoz Lastra, que, aparte de luchar por ese feminismo visceral, no ha dado un palo al agua en su vida. Y como ella un mogollón de diputados (genérico) a quienes no les duelen prendas extender la mano a los representantes de los asesinos convictos de Lluch o Múgica o Buesa. Unos representantes que, encima, presumen de lo que hicieron y de lo que están haciendo, sin sonrojo propio, ni recriminación propia o ajena. Bien cierto es que, dormir en la Moncloa debe ser algo de ensueño, aunque sea gracias a los mercadeos con filo etarras, filo independentistas o filo nacionalistas radicales. Visto lo visto, incluso podría darse la circunstancia de ver a Pedro y Pablo asistir a misa, si ello les significase alcanzar sus sueños políticos.
Sin embargo, como no ha sido necesario, anuncian los dos que van a dar pienso a toda aquella acción, omisión o legislación que les proporcione el ahogamiento de cualquier espíritu crítico. Y no cabe duda, que no siendo delegados de todos, hay españoles que están dispuestos a defender los valores trascendentes y trascendentales que han venido impregnando su devenir. Pueden estar convencidos que de haberlos hay los y no son fascistas. Indudablemente les duele su existencia a todos los sectarios que, desean acabar con toda idea contrapuesta a la suya, sofocar sus fuentes y si es preciso, inhabilitar sus gestores.
Ya está anunciándose un ministerio de la Verdad, la maldita verdad, para eliminar criticas indeseables, naturalmente, reaccionarias y antidemocráticas o contra revolucionarias. Ya se han traspasado las puertas que les permiten auto proclamarse señores de la democracia, al tiempo que les impulsa a descalificar a todo ser viviente que reclame la libertad de enseñanza, de credo, de mercado, de empresa, de crecimiento personal.
El neo comunismo no cree en las ideas, sino en “sus” ideas, las cuales le validan para referirse a “presos políticos” o reclamar una justicia no “reaccionaria” con total impunidad. Si a la representante de ERC le importa un comino España y su gobierno, a Pedro y a Pablo tampoco les interesa España, sino cómo adoctrinar y aborregar a los españoles al más puro estilo marxista. Nada de lo que sea privado, de lo que sea libremente elegible, nada de lo que sea personal opción, les es grato, Ellos, los dos, solamente desean el poder para inculcar en la sociedad española su relativismo ético, su hedonismo extremo y su aborregamiento absoluto.
Se dice que un mundo justo requiere de unos hombres cuerdos, y, desde hace meses poca cordura se ve en nuestros actuales políticos. Unos políticos que han dejado en el baúl de los recuerdos olvidados desde la cal viva hasta la gran bandera española, a sus espaldas. Ahora lo que conviene es el Audi blindado, la moqueta de colores varios, el palacio ministerial y la bendita asesoría.
Veinte ministerios se vislumbran y miles de cargos los acompañarán. Tal panorama y sus consecuencias fiscales no inducen ciertamente a la alegría; sin embargo, el rememorar que la mentira crea siempre una deuda a la verdad y que está siempre pervive, puede significar un adarme de esperanza que nos anime a seguir activos a la espera de que ellos, los sectarios marxistas, neocomunistas, antiespañoles y izquierdistas de todos los pelajes lleguen a pagar la deuda por sus muchas mentiras. Incluso ese “figura” de 'Teruel existe', que, por lo visto, ni vive en Teruel, ni come de Teruel, ni le preocupa Teruel. O sea, una mentira más de Pedro y Pablo.