¿Qué ha ocurrido en las pasadas elecciones autonómicas y municipales?
Dicho de forma directa y sencilla, ha sucedido que los partidos tradicionales han retrocedido, y que el propio sistema que los partidos emergentes han criticado ha dado entrada a nuevos partidos subidos a la falsa idea de que tenían unas formas nuevas de hacer y gestionar la política, independientemente de su signo ( entendido como indicio que permite deducir algo de lo que no se tiene un conocimiento directo). Y así alguna de esas marcas, Podemos por ejemplo, ha pretendido que no se la asocie tan claramente con una ideología que podamos reducir a un color, por ejemplo al marxismo leninista, y sí a una manera de hacer las cosas, aunque visto lo visto ya desde las anteriores elecciones andaluzas, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Se ha pretendido que toda una manera de hacer política había perdido fuerza, a manos de una serie de opciones más modernas que planteaban, a priori, modelos radicalmente diferentes, cuando se está viendo en las conversaciones que se estás llevando a cabo que o bien no existe un modelo diferente o no lo están aplicando.
Si no veamos, en el caso de Podemos, que cuando se trata de sus intereses directos no se anda con chiquitas, o sea actúa sin contemplaciones y sin dar rodeos, cual es el caso de Ada Colau Ballano en Barcelona y Manuela Carmena en Madrid con resultados claramente ganadores en el ámbito de la izquierda y que desde el día siguiente al de las elecciones actúan como si ya se hubieran hecho cargo de sus respectivos sillones de alcaldesas y sin ninguna duda sobre que va a votar el PSOE en estas dos ciudades, mientras que el mismo partido, Podemos, en Andalucía anda mareando la perdiz cuando se trata de apoyar a otro partido, en este caso el PSOE, el mismo que en Madrid y Barcelona apoya sin fisuras a las candidatas de Podemos.
En cambio la investidura de Susana Díaz sigue en el aire más de 70 días después de las elecciones andaluzas, y en donde las posturas inflexibles de Podemos y de C’s están propiciando un acercamiento al PSOE del Partido Popular, que maneja ya abiertamente la posibilidad de abstenerse para dar paso a la candidata socialista, acercamiento, que en todo caso, no sería gratuito. El PP quiere mantener las alcaldías de Jerez, Marbella y Cádiz como piezas claves que podrían despejar el camino a la presidencia de la Junta de Susana Díaz. El PP quiere negociar. En cambio Podemos, a pesar de llenarse la boca de hay que sacar al PP de las instituciones, sólo la abre para poner condiciones al pacto de gobernabilidad en la Junta de Andalucía, en lugar de actuar como hace el PSOE con ellos en Madrid y Barcelona.
Los partidos emergentes les han echado en cara al PP y al PSOE que vivían en un continuo “culto al líder”, cuando tanto a nivel interno, como a nivel externo la actitud de los dos partidos emergentes respecto a sus respectivos líderes es más una actitud mucho más propia de un partido comunista búlgaro, chino o norcoreano que de un partido moderno.
Han estado vendiendo que las viejas alternancias en el poder eran “más de lo mismo”, y que las nuevas opciones representaban una “oportunidad” histórica. Cuando ahora, resulta que, en estas negociaciones, están haciendo lo mismo los nuevos que los viejos, ya empieza a calar en el electorado que quién evite que en una circunscripción determinada llegue al gobierno una opción de la nueva política, recibirá todas las iras de un importante porcentaje de electores. Los nuevos llevan ya mucho tiempo pasteleando. Por lo que no resulta difícil entender que un porcentaje muy elevado de ciudadanos quieran, sencillamente, que se le dé carpetazo ya a tanta reunión, tanta línea roja, tanta mandanga y que se pongan a trabajar de una vez por todas.
Se equivocarán si no son consecuentes y dejan de escuchar a la calle. Es hora de regenerar toda la vida pública, y no conformarse con declaraciones o denuncias sobre lo que ha sucedido y lo que nos encontramos. Es necesario involucrarse y ser muy claro, transparente con todas las reuniones y acuerdos. Comenten un gran error, producto de la soberbia propia del novato, en demonizar todo lo que proviene de otros partidos.
Uno puede ser crítico pero con argumentos, y no hay que olvidar que hay un electorado partidario de la socialdemocracia que es parte de la izquierda y que es necesario para que ese pluralismo sea cada vez más rico y dinámico a la hora de participar. Podemos tiene que integrarse con toda su fuerza y ayudar a corregir los grandes errores personalistas que ha protagonizado la izquierda.
A todos los que están negociando se les pide que sean honestos, que se les está viendo el plumero con sus ambiciones de sillones, y que no dejen de tener en cuenta que son las personas el centro de todas las políticas y no los partidos.
Lo dicho, más de uno no se entera de que va la película. Ni desde la perspectiva moral, ni desde el análisis de la situación, ni como estrategia política, ni, muchos menos, en términos de comunicación con el electorado, y el electorado se lo recordará .





