El mercado de futbolistas que se abre el próximo mes de enero y por el que suspiran los directores deportivos igual que los estudiantes que esperan aprobar en septiembre las asignaturas que suspendieron en junio, llena los bolsillos de los agentes e intermediarios y vacía el de los clubs que no saben cómo ni en quién invertir.
Hablamos de un mundillo espeso porque la red tejida por los representantes de los futbolistas acoge a no pocos vendedores de humo sin titulación ni conocimientos, amparados en la firma de sus patronos cuyo apetito de comisiones no sabe de ética, ni de límites.
Ni que decir tiene que los primeros en picar son aquellos equipos en peligro de descenso, seguidos de los que precisan justificar su decepcionante campaña y, en último término, quienes llegan a la conclusión de que para cumplir sus objetivos no les basta lo que tienen. Todos serán capaces de empeñar sus cuentas de resultados sin ninguna garantía de mejorar sus respectivos estados.
En los dos primeros grupos identificamos claramente al Atlético Baleares. Solo un punto por encima del descenso, con su afición de uñas y una serie de decisiones poco convincentes que incluyen el relevo de un técnico con experiencia en equipos juveniles, relevado por otro que, sin mayor currículum, debuta con una expulsión. En el tercero se encuentra el Mallorca, cuyos analistas se dividen entre los que reclaman un delantero de distinto perfil al de Abdón o Alex López y los que abogan por un centrocampista. Quiero imaginar que tanto en Son Moix como en Son Malferit están haciendo números ya que fichar a futbolistas que no superen claramente a los actuales no conduce a nada y encontrar a los mejores cuesta tiempo y dinero. Gangas en invierno, ni una. Y gastar por gastar......





